cecrendo del libro de hush hush
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1.
Agradecimientos.Con un gran esfuerzo y por colaboración de muchas chicas
hemos conseguido estatraducción. Esperamos que la disfruten, pues es
producto de pasión pura por la Saga.Somos un grupo de Fan’s que nos
hemos reunido a traducir y estamos realmenteagradecidas por el apoyo de
todos. ¡Gracias!Agradecimiento especial a: Lady Cornamenta, MeriSnz,
Miss_Kathy, Fran Sepúlveda,Devito, Brown Eyes, ManneSkarsgard, Mommys
Bad Girl, Anne, Lizzy Fuentes,Vick_Akasha, Andrea C, Camila, Naobichan,
Vero, Gianinna, Pamela, Nenicita,Angie, Laura, The punishers, cYely
Divinna, Andrea N, Daniela. Todas ellas nuestrasqueridas traductoras que
nos facilitaron que esto fuese posible.Unas gracias con mención honrosa
a Arianna quién nos consiguió el E-Book en inglés.Gracias a MeriSnz,
Anne, Kokoro_Black, Arianna, FranSepulveda, Cunning_Angel
yManneSkarsgard por editar los capítulos.Finalmente un agradecimiento
aún más especial a las editoras finales…Cunning_Angel: Muchas gracias
cariño por organizar esto, por conseguir acada una de las traductoras y
desvelarte noches enteras para editar con granesfuerzo cada capitulo
para que quedase perfecto, sin duda tu amor por Patchtuvo que ver en
esto. Bendito sea Patch por hacerte tener un kilo de paciencia.Fran
Sepúlveda: ¡Gracias por acompañarnos en las noches en vela! Porayudarnos
a editar y súper editar cada capitulo, por corregir y tener
tantapaciencia con el equipo, por estar siempre dispuesta a cooperar.
Sin duda Patchte recompensará robándote parte de tus sueños, dejo la
temática de ellos en lasmanos de este guardián, que él cuide de ti, sé
que lo hará de maravilla.(Agradecimientos by:
ManneSkarsgard)ManneSkarsgard: Más que gracias, deberían adorarte,
diseño, traducción yedición. Si no te prendemos velas, es porque no
queremos parecer una secta.Hiciste que nuestras noches de insomnio auto
inducido se volviesen menostortuosas -aunque Patch tuvo bastante que ver
en ello-. Fue simplemente unenorme placer compartir esta rica
experiencia en tu compañía.(Agradecimientos by: Cunning_angel)(*) El
fondo de este E-Book ha sido creado por Cunning_Angel yManneSkarsgard es
por eso que aparece en la imagen de fondo el nombre de cada una,ya que
la imagen les pertenece.
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2.
(*)Como fans no promocionamos la piratería, esta traducción es por el
simple hechoque no soportamos la idea de esperar tanto por este libro.
Pero cuando esté en tu país noolvides adquirirlo y honrar a la Saga, a
Becca y a PATCH con el ORIGINAL.
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3.
Traducido por: cYely Divinna y Andrea N.Transcrito por: Adayansi
Ramirez.Prólogo.Coldwater, MaineHace catorce mesesLos espinosos dedos
del árbol de manzana arañaban los cristales de laventana detrás de
Harrison Grey, moviendo las orejas de su perro como sifueran hojas, ya
no era capaz de leer a través del estruendo. Un viento furiosode
primavera se había lanzado contra la casa durante toda la noche,
gritando,silbando y haciendo que las persianas se golpearan contra el
listón con unarepetitiva explosión ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! El calendario
quizás había cambiado amarzo, pero Harrison sabía que no debía pensar
que la primavera estaba encamino. Con una tormenta soplando, él ni se
sorprendería de encontrar elcampo de hielo congelado y blanco por la
mañana.Para ahogar el grito agudo del viento, Harrison golpeó el mando
adistancia apareciendo de Bonocini “Ombra mai fu”, luego puso otro leño
alfuego preguntándose, no por primera vez, si hubiera comprado la
casasabiendo la cantidad de combustible que necesitaba para mantenerse
cálido eneste cuarto, por no hablar de los otros nueve.El teléfono
sonó.Harrison lo tomó a la mitad del segundo timbre, esperando oír la
voz de lamejor amiga de su hija, que tenia la mala costumbre de llamar a
última hora dela noche para preguntar por la tarea.Una respiración
rápida y superficial sonaba en su oído antes de una vozrompiera el
silencio. —Tenemos que verte, ¿Qué tan pronto puedes estar aquí?— La voz
flotó para Harrison como un fantasma de su pasado, dejándole loshuesos
helados. Había pasado largo un tiempo desde que había oído la voz y
loque escuchó solo podía significar que algo había salido mal.
Terriblemente mal.Se dio cuenta de que la mano con la que sostenía el
teléfono estaba cubierta ensudor y en una postura rígida.—Una hora —.
Respondió rotundo.
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4.
Él tardo en colgar el auricular. Cerró los ojos, su mente viajaba sin
querervolver. Hubo una vez, hace quince años, cuando se quedó paralizado
alescuchar el timbre del teléfono, los segundos golpeaban como
tamboresmientras esperaba la voz en el otro extremo. Con el tiempo, con
un pacifico añosustituido por otro, él finalmente se convenció de que
era un hombre que teníaque correr más rápido que los secretos de su
pasado. Era un hombre que vivíauna vida normal, un hombre con una
hermosa familia. Un hombre sin andaque temer.En la cocina, de pie sobre
el fregadero, Harrison se sirvió un vaso de aguay lo arrojó hacia atrás
por su garganta. En completa oscuridad, su reflejo ledevolvió la mirada
desde ventana del frente. Harrison asintió con la cabeza,como para
decirse a sí mismo que todo estaría bien, pero sus ojos estabancargados
de mentiras.Se aflojó la corbata para aliviar la tensión en su interior
que parecíaestirar su piel, y se sirvió una segunda copa. El agua nadaba
con inquietuddentro de él, amenazando con volver arriba. Dejó el vaso
en la cuenca delfregadero, buscó las llaves del coche en el mostrador
vacilante, como si fuera acambiar de opinión.Harrison acercó el auto a
la acera y apagó los faros, sentando en laoscuridad, fumando, vio la
hilera de casas de ladrillos destartalados de losbajos barrios de
Portland. Hacía muchos años —quince para ser exactos—desde que había
puesto los pies en el barrio, y confiando en su memoriaoxidada, no
estaba seguro de estar en el lugar correcto. Abrió la guantera y sacóun
montón de hojas amarillentas. Monroe 1565, estaba a punto de girar el
coche,pero el silencio en las calles le molestaba. Al tocar debajo de su
asiento, sacó unrevólver Smith & Wesson cargado y lo guardó en la
cintura de sus pantalonesen la parte baja de su espalda, no había
apuntado un arma desde la universidady nunca fuera de un campo de tiro.
La idea clara en su cabeza palpitabaesperando que aún pudiera decir lo
mismo en una hora.Las suelas de los zapatos de Harrison sonaban con
fuerza en el pavimentodesierto, pero no hizo caso al sonido, eligiendo
en su lugar centrar su atenciónen las sombras proyectas por la luna
plateada. Encogiéndose más en su abrigo,pasó los estrechos jardines de
tierra encajonada por las vallas metálicas, lascasas más allá estaban a
oscuras y en inquietante silencio. Dos veces habíasentido como si lo
estuvieran siguiendo, pero cuando miró atrás no vio a nadie.
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5.
En el 1565 de Monroe, se alejó de la puerta y voló en círculos en torno a
laparte trasera de la casa, llamó una vez y vio una sombra detrás
moviendo lascortinas de encaje.La puerta estaba agrietada—Soy yo —, dijo
Harrison, manteniendo la voz baja.La puerta se abrió apenas lo
suficiente para admitirlo—¿Te han seguido? —le preguntó.—No.—Ella está
en problemas.El corazón de Harrison se aceleró. —¿Qué tipo de
problemas?—Una vez que ella cumpla dieciséis años él vendrá por ella,
tienes quellevártela lejos, en alguna parte donde nunca pueda
encontrarla.Harrison sacudió la cabeza. —No entiendo…Fue cortado por una
mirada amenazante. —Cuando hicimos este acuerdote dije que habría cosas
que no podrías entender. Dieciséis años es unamaldición, en mi mundo.
Es todo lo que necesitas saber —, concluyóbruscamente.Los dos hombres se
miraron uno a otro, hasta que al final Harrison asintiócauteloso con la
cabeza.—Hay que cubrir sus pistas —, le dijeron. —Donde quieras que
vayastienes que empezar de nuevo, nadie puede saber que provenía de
Maine.Nadie. Nunca dejará de buscarla ¿Entiendes?—Yo entiendo. Pero, ¿Su
esposa? ¿Nora?La visión de Harrison se adaptó a la oscuridad y observó
con curiosaincredulidad que el hombre de pie delante de él parecía no
parecía haberenvejecido ni un día desde su última reunión. De hecho, no
había envejecido niun día desde la universidad, cuando se conocieron
como compañeros de cuartoy se convirtieron en amigos rápidamente. ¿Un
truco de las sombras? Harrison sepreguntó. No había nada más a que
atribuirlo. Sin embargo una cosa habíacambiado. Había una pequeña
cicatriz en la base de la garganta de su amigo.Harrison tomó una mirada
más cercana a la desfiguración e hizo una mueca.Una quemadura, alzada y
brillante, apenas más grande que un cuarto, era laforma de un puño
cerrado, para su sorpresa y su horror se dio cuenta que suamigo había
sido marcado, como ganado.Su amigo sintió la dirección de la mirada de
Harrison, y sus ojos sevolvieron de acero, a la defensiva. —Hay gente
que me quiere destruir. Quequiere desmoralizar y deshumanizarme. Junto
con un amigo de confianza, heformado una sociedad. Más miembros están
poniéndose en marcha todo el
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6.
tiempo —, se detuvo a mitad de la respiración, como si no estuviera
seguro decuanto más debía decir, entonces terminó bruscamente. —Nosotros
los de lasociedad estamos organizados para darnos protección y he
jurado lealtad a ella.Si me conoces tan bien como lo hiciste alguna vez,
sabes que voy a hacer lo quesea para proteger mis intereses —, hizo una
pausa y añadió. —Y mi futuro.—Ellos te marcaron —, dijo Harrison,
esperando que su amigo no notarala repulsión que se estremecía a través
de él.Su amigo simplemente lo miró.Después de un momento Harrison
asintió con la cabeza, señalando queentendía, aunque no lo aceptaba.
Cuanto menos sabía, mejor. Su amigo lo habíadejado claro muchas veces. —
¿Hay algo que pueda hacer?—Solo manténla a salvo.Harrison se ajustó las
gafas hasta el puente de la nariz. Comenzó contorpeza. —No, pensé que
te gustaría saber que está creciendo sana y fuerte. Lallamamos Nor…—No
quiero que me recuerdes su nombre —. Su amigo interrumpióseveramente.
—He hecho todo lo que está en mi poder para acabar con ella enmi mente.
No quiero saber nada de ella. Quiero que mi mente esté libre decualquier
rastro de ella, así no tengo nada que dar a ese bastardo —. Le dio
laespalda, y Harrison tomo el gesto en el sentido de que la conversación
habíaterminado. Harrison se detuvo un momento, con tanta preguntas en
la punta dela lengua, pero al mismo tiempo, sabiendo que nada bueno
resultaría de esto.Reprimiendo su necesidad de dar sentido a este mundo
de tinieblas endonde su hija no había hecho nada para merecerlo, se
alejó.Había caminado tan solo media cuadra cuando una bala atravesó la
noche.Instintivamente Harrison cayó al suelo y se volvió. Su amigo. Un
segundodisparo fue despedido y sin pensarlo, corrió en una carrera de
muerte devuelta hacia la casa. Empujó a través de la puerta y corrió
alrededor del patiolateral. Había redondeado casi la última curva cuando
las vocesargumentando lo hicieron detenerse. A pesar del frío, estaba
sudando. El patioestaba envuelto en la oscuridad, y avanzó a lo largo
del muro del jardín,cuidando de no patear las piedras sueltas, hasta que
la puerta de atrás estuvo ala vista.—Última oportunidad —, dijo una
suave y tranquila voz que Harrison noreconoció.
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7.
—Vete al infierno —, escupió su amigo.Una tercera bala, su amigo rugió
de dolor y el tirador habló de nuevo. —¿Dónde está ella?El martilleo del
corazón de Harrison le indicaba que tenía que actuar.Otros cinco
segundos y podía ser demasiado tarde. Deslizó la mano al final dela
espalda y sacó la pistola. Entregándose a su constante control, se
dirigióhacia la puerta, se acercó al tirador de pelo oscuro por detrás.
Harrison vio a suamigo más allá del tirador, pero cuando hizo contacto,
la expresión de suamigo estaba llena de alarma.¡Vete!Harrison oyó la
orden de su amigo tan fuerte como una campana y por unmomento creyó que
había gritado en voz alta, pero cuando el tirador no giróse sorprendió,
Harrison se dio cuenta de lo confusamente fría que había sonadola voz de
su amigo dentro de su cabeza.No, Harrison pensó en silencio con un
movimiento de cabeza, su sentidode lealtad prevalecía, sobre lo que no
podía entender. Este era el hombre conel que había pasado los mejores
cuatro años de su vida. El hombre que lepresentó a su esposa. Él no iba a
dejarlo aquí, en las manos de un asesino.Harrison apretó el gatillo.
Oyó el ensordecedor disparo y espero a que eltirador cayera. Harrison se
encontraba realmente asustado. Tenía miedo deljoven delante de él,
pistola en mano.Miedo de la muerte, miedo de qué sería de su
familia.Sintió los disparos rasgar a través de él con un fuego abrasador
queparecía romperse en mil pedazos. Se dejó caer de rodillas. Vio el
rostro de suesposa a través de su visión borrosa, seguido del de su
hija. Abrió la boca, consus nombres en los labios y trató de decir lo
mucho que las amaba antes de quefuera demasiado tarde.El joven tenía las
manos sobre Harrison ahora, lo arrastró hacia elcallejón en la parte
trasera de la casa. Harrison podía sentir la concienciadejándolo
mientras luchaba por conseguir sus pies debajo de él. Él no podíadejar a
su hija. No había nadie quien la protegiera. Este tirador de pelo
negrola buscaría y si su amigo tenía razón la mataría.
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8.
—¿Quién eres? —preguntó Harrison, las palabras causaron que el fuego
sepropagara a través de su pecho.Se aferró a la esperanza de que aún
había tiempo. Tal vez podíaadvertir a Nora desde el otro mundo —un mundo
que se acercaba a él comouna caída de mil plumas pintadas de negro.El
joven vio a Harrison por un momento antes de que la más débil de
lassonrisas rompiera la expresión de duro hielo. —Pensaste mal.
Es,definitivamente, demasiado tarde.Harrison alzó bruscamente la cabeza,
sorprendido de que el asesinohabía adivinado sus pensamientos, y no
pudo evitar preguntarse cuantasveces el joven había estado en la misma
posición antes de adivinar lospensamientos finales de un moribundo. No
pocas.Como para practicar hasta que punto había practicado, el joven
apuntócon el arma sin un solo temblor de vacilación, y Harrison se
encontró mirandoel cañón del arma. La luz del disparo estalló, y fue la
última imagen que vio.
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9.
Traducido por: cYely Divinna y Andrea N.Transcrito por: Adayansi
Ramirez.Capitulo 1Delphic Beach, MaineDía presente.Patch estaba parado
detrás de mí, sus manos en mis caderas, su cuerporelajado. Él estaba de
pie dos pulgadas sobre su metro ochenta y dos de alto ytenía un delgado y
atlético cuerpo que incluso los jeans holgados y la camisetano podían
ocultar. El color de su cabello hacía que la medianoche perdiera
sudinero, con ojos que combinaban. Su sonrisa era sexy y advertía
problemas,pero decidí que no todos los problemas eran malos. Por encima
de nosotros, losfuegos artificiales iluminaban el cielo nocturno,
lloviendo corrientes de coloresen el Atlántico.La multitud hacía ohh y
ahh. Era un junio tardío, Maine estaba saltandohacia el verano con ambos
pies, celebrando el comienzo de dos meses de sol,arena y turistas con
los bolsillos llenos. Yo estaba celebrando dos meses desol, arena, y una
cantidad de tiempo exclusivo para Patch. Me inscribí en uncurso de
escuela de verano —química— y tenía toda la intención de dejar quePatch
monopolizara el resto de mi tiempo libre.El departamento de bomberos se
estaba encargando de los fuegosartificiales en el muelle que no podían
estar más lejos de cientoochenta metrosde la playa donde nosotros
estábamos parados, y sentí el bramido de cadavibración en la arena
debajo de mis pies. Las olas chocaban en la playa justodebajo de la
colina, y la música del carnaval tintineaba a todo volumen. El olordel
algodón de azúcar, palomitas de maíz y carne caliente colgaba
espesamenteen el aire, y mi estómago me recordó que no había comido
desde el almuerzo.—Voy a buscar una hamburguesa de queso —, le dije a
Patch. —¿Quieresalgo?—Nada de lo que está en el menú.Sonreí. —¿Por qué
Patch, estás coqueteando conmigo?—Él beso la cima de mi cabeza. —Todavía
no. Yo iré por tu hamburguesade queso. Disfruta el resto de los fuegos
artificiales.Enganche una de las tiras de su cinturón para detenerlo.
—Gracias, peroya lo ordeno yo. No puedo soportar la culpa.Enarcó sus
cejas con interrogación.
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10.
— ¿Cuándo fue la última vez que la chica en el puesto de hamburguesaste
dejo pagar por comida?—Ha paso tiempo.—Nunca ha pasado. Quédate aquí. Si
te ve, pasaré el resto de la nochecon conciencia culpable.Patch abrió
su billetera y sacó un billete de veinte. —Déjale una buenapropina.Fue
mi turno para enarcar las cejas.— ¿Estás tratando de redimirte por todas
las veces que tomaste comidagratis?—La última vez que pague, ella me
persiguió y empujo el dinero en mibolsillo.Estoy intentando evitar otro
toque.Sonaba como si fuera inventado, pero conociendo a
Patch,probablemente fuera verdad.Busqué el final de una larga fila que
le daba la vuelta al puesto dehamburguesas, y lo encontré cerca de la
entrada del carrusel interno.Juzgando por el tamaño de la fila, estimaba
que esperaría unos quinceminutos para pedir mi orden. Había un solo
puesto de hamburguesa en todala playa. Se sentía anti-americano.Después
de unos pocos minutos de espera sin descanso, di la quedebería ser mi
décima mirada aburrida cuando vi a Marcie Millar paradados puestos
detrás de mí. Marcie y yo habíamos ido juntas a la escueladesde el
jardín de infancia, y los once años de eso, había visto mas de ella delo
que me importaría recordar. En la secundaria, el usual Modus Operandi
deMarcie fue robar mi sostén de mi casillero del gimnasio y pegarlo en
lapizarra del boletín que estaba afuera de la oficina principal,
peroocasionalmente era creativa y lo usaba como centro de mesa en la
cafetería—llenando amabas copas con pudín de vainilla y encabezadas con
cerezas almarrasquino. Elegante, lo sé. Las faldas de Marcie eran dos
tallas demasiadopequeñas y cinco centímetros demasiado cortas. Su
cabello era rubio fresa, yella tenía la figura de paleta de helado—
modelaba por ambos lados yprácticamente desaparecería. Si hubiera un
pizarrón manteniendo los triunfosy derrota entre nosotras, estaba segura
que Marcie tenía el doble de mipuntuación.—Hey. —dije, atrapando su
mirada sin querer y no viendo ningúncamino de alejarme de su mínimo
saludo.—Hey. — dijo de vuelta en lo que parecía ser un tono cortés.
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11.
Ver a Marcie en Delphic Beach esta noche era como jugar a ¿Qué estámal
en esta foto esta?1El papá de Marcie era el dueño de Toyota en
Coldwater, su familia vivíaen un vecindario de lujo a un lado de la
colina, y los Millars estabanorgullosos de ser los únicos ciudadanos de
Coldwarter que eran bienvenidosen el club de Yates de Harraseeket. En
este mismo momento los padres deMarcie estaban en Freeport2, corriendo
veleros y horneando salmón. Encontraste, Delphic era una playa
ordinaria. El pensamiento del club de yatesera risible.El único
restaurante venia en forma de un puesto de hamburguesahecho de madera
donde podías escoger la salsa de tomate o mostaza. En unbuen día, las
patatas fritas eran ofrecidas con la mezcla. El entretenimiento
seinclinaba entre fuerte arcadas y carritos chocadores, y después de
oscurecer, elestacionamiento era conocido por oler más a drogas que una
farmacia. No esel tipo de atmosfera con que el Sr. y la Sra. Millar les
gustaría que su hija secontaminara a sí misma.—¿Nos podríamos mover más
lento, gente? —le gritó Marcie a la fila. —Algunos de nosotros nos
estamos muriendo de hambre aquí atrás.—Solo hay una persona trabajando
en el mostrador —, le dije.— ¿Entonces? Deberían contratar a más
personas. Oferta y demanda.Dado su promedio de notas, Marcie era la
última persona que deberíaestar recitando economía.Diez minutos después
hice un progreso y me paré suficientemente cercaal puesto de
hamburguesas para leer la palabra MOSTAZA escrita conmarcador mágico
negro en la común botella amarilla. Detrás de mí, Marciehizo todo el
asunto de cambiar-de-peso-entre-la-arena- suspirando.—Estoy famélica con
F mayúscula —. Se quejó.El tipo delante de mí en la fila pagó y cargó
su comida.—Una hamburguesa de queso y una coca-cola —le dije a la
chicatrabajando en el puestoMientras iba a la parrilla haciendo mi
orden, me volví hacia Marcie.—Entonces ¿Con quién estas aquí? —no me
importaba particularmentecon quien había venido, especialmente porque no
compartíamos ningúnamigo, pero mi sentido de cortesía sacó lo mejor de
mí.1Juego de niños en los que se le muestra fotos a los niños que
aparentemente están normal, pero quetiene algo incorrecto que no se ve a
simple vista. Sirve para ejercitar cerebro y memoria.2Cuidad y distrito
perteneciente al archipiélago de las Bahamas, en la isla la Gran
Bahama. Lacuidad es la mayor de la isla, y la segunda del país, por
detrás de la capital, Nassau, su población esde 47.058 habitantes.
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12.
Además Marcie no me había hecho nada abiertamente grosero ensemanas. Y
estuvimos paradas en relativa paz los últimos quince minutos. Talvez ese
era el comienzo de una tregua, que se quede en el pasado y todo
eso.Ella bostezó, como si hablar conmigo fuera lo más aburrido
queesperar una fila y mirar la parte de atrás de las cabezas de la
gente.—Sin ofender, pero no estoy de ánimo conversador. He estado en
estafila por lo que se ha sentido como cinco horas, esperando a una
chicaincompetente que obviamente no puede cocinar dos hamburguesas a la
vez—. La chica atrás del mostrador tenía la cabeza agachada,
concentrándose enpelar la carne de hamburguesas pre-hechas del papel
encerado, pero sabía queella lo había escuchado. Probablemente odia su
trabajo. Probablemente escupíasecretamente en las carnes de hamburguesas
cuando se daba la vuelta. Yo noestaría sorprendida si al final de su
turno, fuera a su carro y llorara.—¿A tu papá no le molesta que estés
pasando un rato en Delphic Beach?—le pregunté a Marcie, entrecerrando
mis ojos muy ligeramente. —Podríasarruinar la estimable reputación de la
familia Millar. Especialmente ahora quetu papá ha sido aceptado en el
club de Yates Harraseeket.La expresión de Marcie, se enfrió. —Me
sorprende que a tu papá no leimporte que estés aquí. Oh, espera, es
cierto. Está muerto.Mi primera reacción fue de sorpresa. Mi segunda
reacción de indignaciónpor su crueldad. Un nudo de ira se formó en mi
garganta.—¿Qué? —. Razonó ella con un encogimiento de hombros.
—Estámuerto. Es un hecho ¿Quieres que mienta sobre los hechos?— ¿Qué te
he hice?—Naciste.Su completa falta de sensibilidad me sacudió de adentro
hacia afuera,tanto así que no tuve una respuesta a su insulto. Arrebaté
mi hamburguesade queso y coca-cola del mostrador, dejando el billete de
veinte en su lugar.Quería desesperadamente apurarme e ir hacia Patch,
pero esto era entreMarcie y yo. Si apareciera ahora, mi rostro le diría a
Patch que algo andabamal, no necesitaba arrastrarlo a esto. Tomando un
momento a solas pararecobrarme a mí misma, encontré un banco a la vista
del puesto dehamburguesas y me senté lo más elegante que pude, no
queriendo dar podera Marcie de arruinar mi noche. La única cosa que
podía hacer peor estemomento era saber que ella me estaba viendo,
satisfecha de haberme metidoen un pequeño agujero negro de auto-lastima.
Tome un mordisco de mihamburguesa de queso, pero tuve un mal sabor en
la boca. Todo en lo quepodía pensar era en carne muerta. Vacas muertas.
Mi propio padre muerto.Boté la hamburguesa de queso en la basura y seguí
caminando,sintiendo las lagrimas deslizarse por la parte de atrás de mi
garganta.
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13.
Abrazando mis brazos apretadamente a mis codos, me apresure a lacabaña
de los baños en el borde del estacionamiento, esperando lograr
llegardetrás de la puerta de una caseta antes de que las lágrimas
empezaran a caer.Había una línea goteando constantemente fuera del baño
de mujeres, perobordee mi camino a través de la puerta y me posicioné a
mi misma enfrentede uno de los espejos cubiertos de suciedad. Incluso
debajo de la bombilla debajo voltaje podía decir que mis ojos estaban
rojos y vidriosos.Humedecí una toalla de papel y la presioné contra mis
ojos. ¿Cuál era elproblema con Marcie? ¿Qué le había hecho que fuera lo
suficientemente cruelpara merecer esto? Hice unas cuantas respiraciones
estabilizantes, cuadreémis hombros y construí una pared de ladrillos en
mi mente, colocando aMarcie en el lado más lejano de ella. ¿Qué me
importa lo que ella dijera? Nisiquiera me caía bien. Su opinión no
significaba nada. Ella era ruda y soloestaba interesada en atacar debajo
del cinturón. No me conocía, ydefinitivamente no conocía a mi
papá.Llorar por cualquier palabra que saliera de su boca era un
desperdicio.Supéralo, me dije a mí misma.Esperé hasta que el borde
enrojecido de mis ojos se desvaneció antes dedejar el baño. Vagué por la
multitud, buscando a Patch, y lo encontré en unode los juegos de lanzar
la pelota, con su espalda hacia mí. Rixon estaba a sulado,
probablemente apostando dinero en la inhabilidad de Patch en golpearun
único pin de boliche. Rixon era un ángel caído que tenía una
largahistoria con Patch, y sus vínculos corrían profundos hasta el punto
de ser unahermandad. Patch no dejaba que mucha gente entrara a su vida,
y confiabaen menos personas, pero si había alguien que conocía todos
sus secretos, eseera Rixon.Hasta hace dos meses, Patch también había
sido un ángel caído. Luegoel salvó mi vida, ganando de nuevo sus alas, y
se convirtió en mi ángelguardián. Se supone que él ahora juega para los
chicos buenos, pero yosentía secretamente que su conexión con Rixon y
el mundo de los ángelescaídos, significaba más para él. E incluso aunque
no quería admitirlo, sentíaque se arrepentía de la decisión de los
arcángeles en hacerlo mi ángelguardián. Después de todo eso no era lo
que él quería.Él quería convertirse en humano.Mi celular sonó, sacándome
de mis pensamientos. Era el tono de llamadade mi mejor amiga Vee, pero
dejé que el buzón de voz tomara su llamada. Conun apretón de culpa,
vagamente noté que era la segunda llamada que evitabahoy. Justifiqué mi
culpa con el pensamiento de que verla sería la primeracosa que haría
mañana. A Patch, por otro lado, no lo vería hasta en la tarde.Planeaba
disfrutar cada minuto que tuviera con él.
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14.
Lo observe tirar la pelota a una mesa con seis pinos de
bolosprolijamente alineados, mi corazón se agitó un poco cuando su
camiseta sedeslizó por su espalda, revelando una raya de piel. Sabia por
experiencia quecada centímetro de él era músculo definido y duro. Su
espalda era suave yperfecta también, las cicatrices de cuando cayó
fueron remplazada por alas —alas que yo, y todos los otros humanos no
podíamos ver.—Cinco dólares a que no puedes hacerlo de nuevo —, dije,
apareciendoatrás de él.Patch miró hacia atrás y sonrió. — No quiero tu
dinero Ángel.—Hey ahora, niños, vamos a mantener esta discusión en un
rango queimplique solo besos —, dijo Rixon.—Todos los tres pinos
restante —reté a Patch.— ¿De qué clase de premio estamos hablando?
—preguntó él.—Demonios —, dijo Rixon. — ¿Esto no puede esperar hasta que
esténsolos?Patch me dio una sonrisa secreta y luego cambio su peso
hacia atrás,acunando la pelota contra su pecho. Movió su hombro derecho,
estiró subrazo, y envió la pelota volando lo más fuerte que pudo. ¡Hubo
un ruidosoestallido! Y los tres pinos restantes se dispersaron de la
mesa.—Sí, estas en problemas chica —gritó Rixon por encima de la
conmocióncausada por un montón de espectadores, quienes le estaban
aplaudiendo ysilbando a Patch.Patch se inclinó hacia atrás contra la
cabina me arqueó las cejas. Elgesto decía todo: Págame.—Tuviste suerte
—dije.—Estoy a punto de tener suerte.3—Escoge un premio —le ladró el
anciano encargado de la cabina a Patch,agachándose a recoger los pinos
que habían caído.—El oso morado —dijo Patch, y aceptó un osito horrible
con una espesapiel morada. Él lo sostuvo para mí.—Para mí —dije,
presionando una mano contra mi corazón—Te gustan los rechazados. En el
supermercado siempre eliges las latasabolladas. Estuve presentado
atención —. Enganchó sus dedos en la banda dela cintura de mis jeans y
me atrajo más cerca de él. —Salgamos de aquí.— ¿Qué tienes en mente?
—pero estaba completamente caliente yagitada por dentro, porque sabía
exactamente lo que tenía en mente.—Tú casa.Sacudí mi cabeza. —No va a
pasar. Mi mamá está en casa. Podríamos ira tu casa —insinué.3“Estoy a
punto de tener suerte” en original “I’m about to get lucky” es una
expresión que eninglés significa, esencialmente , estar a punto de tener
sexo.
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15.
Habíamos estado juntos dos meses, y aun no sabía donde vivía Patch.Y no
era por falta de intentos. Dos semanas parecían ser
suficientementelargas para ser invitada a ir, especialmente porque Patch
vivía solo. Dos mesesparecía ser excesivo. Estaba intentando ser
paciente, pero mi curiosidad seguíainterponiéndose en mi camino. No
sabía nada acerca de los privados e íntimosdetalles de la vida de Patch,
como el color de la pintura de sus paredes. Si suabridor de latas era
eléctrico o manual. La clase de jabón con la que se bañaba.Si sus
sabanas eran de algodón o de seda.—Déjame adivinar —, dije. —Vives en un
componente secreto debajo dela cuidad.—Ángel.—¿Hay platos en el lavabo?
¿Ropa interior sucia en el piso? Es muchomás privado que mi casa.—Es
cierto, pero la respuesta todavía es no.—¿Rixon conoce tu casa?—Rixon
necesita conocerla.—¿Yo no necesito conocerla?Su boca se torció. —Hay un
lado oscuro que no necesitas conocer.—Si me la muestras, ¿Tendrías que
matarme? —adiviné.El envolvió sus brazos a mí alrededor y besó mi
frente. —Losuficientemente cerca, ¿A qué hora es tu toque de queda?—A
las diez , la escuela de verano comienza mañana —eso, y que mimamá había
tomado un trabajo de medio tiempo buscando posibilidades delanzar el
cuchillo entre Patch y yo. Si hubiera salido con Vee, podría decir
conabsoluta seguridad que mi toque de queda se habría extendido hasta
las dieztreinta. No podía culpar a mi mamá por no confiar en Patch, hubo
un punto enmi vida en el que yo me sentí similar, pero hubiese sido
extremadamenteconveniente si lo hiciera ahora y luego relajara su
vigilancia.Como, digamos, esta noche. Además, nada me va a pasar. No con
miÁngel guardián parado a centímetros de mí.Patch miró su reloj. —Es
momento de irnos.A las 10:04 Patch hizo una vuelta en U frente de la
granja y se estacionócerca del buzón de correo. Apagó el motor y las
luces de los faros,dejándonos solo en la oscura naturaleza. Nos sentamos
así por mucho tiempoantes de que él dijera. —¿Por qué estas tan callada
Ángel?Instantáneamente le presté atención. —¿Estaba siendo callada?
Soloprestaba atención a mis pensamientos.Una sonrisa
que-apenas-estaba-ahí curvó la boca de Patch. —Mentirosa,¿Qué está
mal?—Eres bueno —dije perceptivamente.Su sonrisa se amplió una fracción.
—Realmente bueno.
-
16.
—Huí de Marcie Millar del puesto de las hamburguesas —admití.
Erademasiado mantener mis problemas para mí misma. Obviamente
todavíaestaban latentes debajo de la superficie. Pero por otro lado, si
no podía hablarcon Patch ¿Con quién podría hacerlo? Hace dos meses
nuestra relaciónenvolvía un montón de besos espontáneos dentro de
nuestros carros, fuera denuestros carros, debajo de las gradas, encima
de la mesa de la cocina. Tambiénincluían un montón de manos extraviadas
en el cuerpo del otro, cabellosdespeinados, y brillos de labios
corridos.Pero era mucho más que eso ahora. Me sentía
conectadaemocionalmente con Patch. Su amistad significaba mas para mí
que cienencuentros casuales. Cuando mi papá, murió dejo un enorme vacío
dentro demí que amenazaba con comerme desde dentro hacia fuera. El vacío
seguíaahí, pero el dolor no cortaba ni la mitad de profundo. No vi el
punto de seguircongelada en el pasado, cuando tenía todo lo que quería
en este momento. Ytenía que agradecer a Patch por eso.—Ella tuvo el
suficiente tacto como para recordarme que mi papá estámuerto.—¿Quieres
que hable con ella?—Eso suena como el Padrino.—¿Cómo empezó la guerra
entre ustedes dos?—Esa es la cosa. Ni siquiera yo lo sé. Solo solía ser
acerca de quiénobtenía la última leche chocolatada en la cafetería.
Luego un día en lasecundaria Marcie fue a la escuela y pinto con spray
“puta” en mi casillero.Ni siquiera intentó ser cautelosa sobre ello.
Toda la escuela lo supo.—¿Ella se volvió loca así como así? ¿Sin
razón?—Sip —ninguna razón de la que yo tuviera conciencia, de todos
modos.Él puso uno de mis rizos detrás de mi oreja. — ¿Quién va ganando
laguerra?—Marcie, pero no por mucho.Su sonrisa creció. —Ve por ella,
tigre.—Esa es otra cosa ¿Puta? En la secundaria ni siquiera había besado
aalguien. Marcie debió haber pintado con spray su propio
casillero.—Empiezas a sonar como si estuvieras colgada Ángel —. Deslizó
sudedo debajo del tirante de mi top sin mangas, su toque envió
electricidadzumbando por mi piel. —Apuesto que puedo alejar de tu mente a
Marcie.Unas pocas luces estaban brillando en el nivel superior de la
granja, perocomo no vi el rostro de mamá presionado contra ninguna de
las ventanas,supuse teníamos algo de tiempo. Desabroché mi cinturón y me
doblé através de la consola, encontrando la boca de Patch en la
oscuridad. Lo besélentamente, saboreando el sabor de sal de mar en su
piel. Él se habíaafeitado esta mañana, pero ahora su barba raspó en mi
barbilla, su boca rozó
-
17.
mi garganta y sentí un toque de su lengua, causando que mi corazón
latieracontra mis costillas.Su beso se movió hacia mi hombro desnudo, él
movió el tirante de mitop sin mangas hacia abajo y frotó su boca hacia
abajo por mi brazo. Justoentonces quería estar lo más cerca de él que
pudiera. Nunca quería que sefuera. Lo necesitaba en mi vida justo ahora,
y mañana, y el día después. Lonecesitaba como no había necesitado a
nadie.Me arrastré por encima de la consola sentándome con una pierna
acada lado de su regazo. Deslicé mis manos por arriba de su
pecho,agarrándolo por el cuello y empujándolo hacia mí. Sus brazos
abrazaron micintura, encerrándome contra él, y me acurruqué más
profundamente.Atrapada en ese momento, deslicé mis manos por debajo de
su camiseta,pensando únicamente en como amaba la sensación de calor de
su cuerpoextendiéndose por mis manos. Tan pronto como mis dedos rozaron
el lugaren su espalda donde sus alas solían estar, una luz distante
explotó en laparte de atrás de mi mente. Oscuridad, perfecta, rota por
la luz segadora. Eracomo el fenómeno cósmico en el espacio a millones de
metros de distancia.Sentí mi mente siendo aspirada dentro de la de
Patch, dentro de todos de losmiles de recueros almacenados ahí, cuando
repentinamente lo sentí tomar mimano y deslizarla hacia abajo, lejos del
lugar donde sus alas se unían consu espalda, y todo agudamente volvió a
la normalidad.—Buen intento —murmuró, con sus labios rozando los míos
mientrashablaba.Mordisqueé su labio inferior. —Si pudieras ver mí pasado
solo tocandomi espalda, tendrías un momento difícil resistiendo la
tentación también.—Tengo un momento difícil manteniendo mis manos
alejadas de ti enestos momentos.Me reí, pero mi expresión rápidamente se
volvió seria. Incluso con unaconcentración considerable, difícilmente
podía recordar cómo había sido mivida sin Patch. En la noche cuando me
recostaba en mi cama, podía recordarcon claridad el bajo timbre de la
risa de Patch, la manera en que su sonrisa securva más arriba a la
derecha, el toque de sus manos —calientes, suavesdeliciosas en mi piel—
Pero era solo con un serio esfuerzo que podía elegirrecuerdos anteriores
a los dieciséis años. Tal vez porque esos recuerdospalidecían en
comparación con Patch. O tal vez porque no había nada buenoen
absoluto.—Nunca me dejes —dije a Patch enredando un dedo en el collar de
sucamiseta empujándolo más cerca.—Eres mía Ángel —murmuró, rozando las
palabras a través de mimandíbula, mientras arqueaba mi cuello mas
altamente, invitándolo a besarlotodo. —Me tienes para siempre.
-
18.
—Demuéstralo —dije solemnemente.Él me estudió un momento, luego buscó
debajo de su cuello ydesabrochó la plana cadena de plata que usaba desde
el día que lo conocí. Notenía idea de donde salió la cadena, o el
significado detrás de ella, pero sentíque era importante para él. Era la
única pieza de joyería que usaba y lamantenía metida debajo de su
camisa, al lado de su piel, nunca le había vistoquitársela.Sus manos se
deslizaron a mi nuca, donde el abrochó la cadena. El metalcayó en mi
piel, todavía cálido por la de él.—Me dieron esto cuando era un arcángel
—dijo. —Para ayudarme apercibir la verdad de la decepción.La toqué
gentilmente, sorprendida por su importancia. — ¿Todavíafunciona?—No para
mí —entrelazó nuestros dedos y giró mi mano para besar misnudillos. —Es
tu turno.Me quité el pequeño anillo de cobre del dedo medio de mi
manoizquierda y lo sostuve para él, un corazón estaba tallado a mano en
el suavelado debajo del anillo.Patch sostuvo el anillo entre sus dedos,
examinándolo silenciosamente—Mi papá me lo dio la semana antes de que
fuera asesinado —dije.Los ojos de Patch se cerraron con un golpe
rápidamente. —No puedoaceptar esto.—Es la cosa más importante en el
mundo para mí, quiero que lo tengas—cerré sus dedos, envolviéndolos
alrededor del anillo.—Nora —dudo. —No puedo aceptarlo.—Prométeme que lo
guardarás. Prométeme que nunca nada seinterpondrá entre nosotros
—mantuve la mirada en sus ojos, rehusándome adejar que él se apartara.
—No quiero estar sin ti. No quiero que esto acabenunca.Los ojos de Patch
eran negros como una pizarra, más oscuros que unmillón de secretos
apilados encima de nosotros. Él bajo la mirada al anillo ensu mano,
volteándolo lentamente.—Júrame que nunca dejaras de amarme
—susurré.Aunque ligeramente, él asintióMe apoderé de su cuello y lo
empujé hacia mí, besándolo másfervientemente, sellando la promesa entre
nosotros, cerré mis dedos contralos suyos, el agudo borde del anillo
cortando nuestras palmas. Nada de loque hice parecía llevarme lo
suficientemente cerca, ninguna cantidad de élera suficiente. El anillo
se enterró más profundamente en mi mano, hasta queestuve segura que
había roto nuestra piel. Una promesa de sangre.
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19.
Cuando pensé que mi pecho podía colapsar por falta de aire, me
aleje,descansando mi frente contra la suya. Mis ojos cerrados, mi
respiracióncausaba que mis hombros se elevaran y cayeran. —Te amo
—murmuré. —Másde lo que creo que debería.Esperé a que respondiera, pero
en vez de eso su agarre en mi se apretó,casi de manera protectora.
Volteó su cabeza hacia los bosques a través de lacarretera.—¿Qué está
mal?— pregunté.—Escuché algo.—Esa era yo diciendo que te amo —dije,
sonriendo mientras trazaba suboca con mi dedo.Esperé que me devolviera
la sonrisa, pero sus ojos todavía estaban fijos enlos árboles, por lo
que se desplazaban sombras mientras sus ramas seestremecían con la
brisa.—¿Qué hay ahí afuera? —pregunté, siguiendo su mirada. —¿Un
coyote?—Algo no está bien.Mi sangre se congeló, y me deslicé fuera de su
regazo. —Estas empezandoa asustarme ¿Es un oso?No habíamos visto osos
en años, pero la granja está ubicada en laesquina más alejada de la
cuidad y los osos eran conocidos por acercarse a lacuidad luego de
hibernar, cuando están hambrientos y buscando comida.—Prende las luces
de los faros y toca la bocina. —dije, orientando mis ojosa los bosques,
busqué movimiento. Mi corazón se aceleró un poco, recordandola vez que
mis padres y yo habíamos vistos desde las ventana de la granja comoun
oso mecía nuestro carro, oliendo la comida dentro.Detrás de mí, las
luces del porche se encendieron. No necesitaba girarmepara saber que mi
mamá estaba parada en la puerta, frunciendo el ceño ygolpeando el suelo
con el pie.—¿Qué es? —le pregunté a Patch una vez más. —Mi mamá está
saliendo.¿Está segura?— Él prendió el motor y puso el Jeep en
marcha.—Entra hay algo que debo hacer.—¿Entrar? ¿Estás bromeando? ¿Qué
está pasando?—¡Nora! —gritó mi mamá, bajando los escalones, su tono fue
grave. Ellase detuvo a metro y medio del jeep y me hizo señas para que
bajara la ventana.—¿Patch? —intenté de nuevo.—Te llamo luego.Mi mamá
tiró de la puerta para abrirla. —Patch —reconoció secamente.—Blythe —Él
dio un asentimiento distraído.Ella se volteó hacia mí. —Llegas cuatro
minutos tarde.—Estuve cuatro minutos más temprano que ayer.
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20.
—Rodar minutos no funciona con los toques de queda. Adentro. Ahora.No
queriendo irme hasta que Patch me respondiera, pero no viendomuchas
opciones, le dije. —Llámame.Él asintió, una vez, pero la singular
concentración de sus ojos me dijoque sus pensamientos estaban en otro
lado. Tan pronto como estuve fuera delcarro y en tierra firme, el jeep
rápidamente se puso en movimiento haciadelante, no perdiendo tiempo en
acelerar. Donde quiera que Patch estuvierayendo, estaba apurado.—Cuando
te doy un toque de queda, espero que lo mantengas —dijomamá.—Cuatro
minutos tarde —dije, con mi tono sugiriendo que tal vez ellaestaba
exagerando.Eso me ganó una mirada que tenía su desaprobación estampada.
—Elaño pasado tu papá fue asesinado. Hace un par de meses, tú tuviste
tupropio roce con la muerte. Creo que me he ganado el derecho de
sersobreprotectora —ella camino rígidamente hacia la casa con los brazos
sujetosa su pecho.Ok, ahora era su hija sin sentimientos e insensible.
Punto captado.Volteé mi atención al camino de árboles en el borde de la
carreteraopuesta.Nada se veía fuera de lo ordinario. Espere un
escalofrió que meadvirtiera que había algo por allá, algo que no podía
ver, pero no sentí nada.Una cálida brisa de verano crujía al pasar, el
sonido de las cigarras llenando elaire. Si algo, el bosque se veía
pacifico debajo del plateado brillo de luz de laluna.Patch no había
visto nada en los bosques. Él se fue porque yo dije dosmuy grandes, y
muy estúpidas palabras, que se había derramado antes deque pudiera
detenerlas.¿En que había estado pensando? No ¿Qué había pasado con
Patchahora? ¿Él se había ido manejando para huir de tener que
responderme?Estaba bastante segura de que conocía la respuesta. Y estaba
segura de queexplicaba porque fuí dejada observando la parte de atrás
de su Jeep.
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21.
Traducido por: Lizzy Fuentes.Capitulo 2En los últimos once segundos,
había estado acostada bocabajo, abrazandola almohada sobre mi cabeza,
tratando de evadir al informe del tránsito deChuck Delaney del centro de
Portland, el cual venía alto y claro través de mi relojdespertador.
Asimismo, estaba tratando de obstaculizar la parte lógica de micerebro,
aquella que gritaba que ya me vistiera, pues de lo contrario
tendríarepercusiones si no lo hacía. Pero la parte hedonista de mi
cerebro ganó. Misueño se aferró, o más bien, al tema de mi sueño. Él
tenía el pelo negro,ondulado, y una sonrisa de asesino. En ese momento,
él estaba sentado atrás desu motocicleta y yo estaba sentada mirando
hacia adelante, nuestras rodillas setocaban. Acurruqué mis dedos en su
camisa y tiré de ella para obtener un beso.En mi sueño, Patch sentía
cuando lo besaba. No sólo a nivel emocional,sino también en el real, ese
toque físico. En mi sueño, él llegaba a ser máshumano que ángel. Puesto
que los ángeles no pueden sentir la sensación física –y yo sabía eso–,
pero en mi sueño, quería que Patch sintiera la presión suave ysedosa de
nuestros labios en plena conexión. Quería que sintiera mis
dedosentrelazando su cabello, presionándolo. Necesitaba que sintiera el
emocional einnegable campo magnético tirando de cada molécula de su
cuerpo hacia elmío.Al igual que yo lo hice.Patch pasó su dedo por la
cadena de plata que traía en mi cuello, su toqueenvió un escalofrío de
ondulante placer a través de mí.—Te amo —murmuró.Arrastré las yemas de
mis dedos hasta su duro abdomen, me apoyé en él,deteniéndome justo antes
de un beso. Yo te amo más, dije rozando su bocamientras hablaba.Sólo
que las palabras no salieron. Se quedaron atrapadas en mi garganta.Patch
esperó a que respondiera con su sonrisa vaciante.—Te amo —lo intenté de
nuevo. Una vez más, las palabras se quedaronfijadas en el interior.La
expresión de Patch se volvió ansiosa.—Te amo Nora —repitió.
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22.
Asentí con la cabeza desesperadamente, pero él se había dado la vuelta.
Sefue hacia la moto y se marchó sin mirar atrás.—¡Te amo! —Grité tras
él—¡Te amo, te amo!Pero era como si arena movediza se hubiera derramado
en mi garganta; lomás difícil era luchar para que las palabras salieran,
antes de que se hundieran.Patch fue escapando entre una multitud. La
noche había caído alrededorde nosotros en un instante, y yo apenas podía
distinguir su camiseta negra deentre cientos de otras camisas oscuras
en la gran masa. Corrí en su captura,pero cuando le tomé su brazo, era
otra persona la que se daba la vuelta. Unaniña. Estaba demasiado oscuro
para obtener una buena lectura de sus rasgos,pero me di cuenta que ella
era hermosa.—Yo amo a Patch —me dijo, sonriendo a través de un chocante
labial rojo.—Y yo no tengo miedo a decirlo.—¡Se lo dije! —argumenté.
—¡Anoche se lo dije!Pasé junto a ella, mis ojos exploraban a la multitud
hasta que alcancé a verla marca de la gorra azul de Patch. Me empujé de
manera frenética hacia él yextendí mi mano para coger la suya.Se dio la
vuelta, pero él había cambiado… a la misma bella chica.—Eres muy lenta
—dijo. —Amo a Patch ahora.—Más de Angie con el tiempo —ladró alegremente
Chuck Delaney en mioído.Mis ojos se abrieron de golpe a la palabra
“tiempo”. Me acosté en la camaun momento más, tratando de convencerme de
que aquello no era más que unmal sueño, producto de mis remordimientos.
El despertador anunció que eranveinte minutos antes de la hora, y no
había posibilidad para eso si yo estabaescuchando el pronóstico del
tiempo, a menos que…¡La escuela de verano! ¡Me había quedado dormida!Me
quité de encima las sábanas y corrí al armario. Empujando mis pies enlos
mismos jeans que había descartado hasta el fondo del closet la
nocheanterior, estiré una camiseta blanca sobre mi cabeza y encima me
puse unachaqueta color lavanda. Con velocidad marqué a Patch, y después
de tres tonosme mandó al correo voz.—Llámame —dije haciendo una pausa de
medio segundo parapreguntarme si me estaría evitando después de la
confesión de la nocheanterior.
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23.
Había hecho que mi mente fingiera que aquello nunca había sucedido, o
almenos hasta que las cosas volvieron a la normalidad, pero después del
sueñode esta mañana, estaba empezando a dudar si podría dejarlo ir tan
fácilmente.Tal vez Patch sólo estaba pasando por un tiempo difícil
después de haber sidoun caído. De cualquier manera, no había mucho que
pudiera hacer al respectoen este momento. A pesar de que podría haber
jurado que él había prometidollevarme a la escuela.Me deslicé una
diadema en el cabello en lugar de peinarlo, cogí la mochilade la
encimera de la cocina y me precipité hacia la puerta…Hice una pausa en
el camino, el tiempo suficiente para dar un grito deexasperación al
bloque de cemento, de ocho por diez pies, donde mi Fiat Spider1979 solía
situarse. Mi madre había vendido el Spider para pagar la factura delos
tres meses de retraso de la luz, y atascar nuestra nevera con
provisionessuficientes para mantenernos alimentados hasta el final del
mes. Habíadespedido incluso a nuestra ama de llaves, Dorothea, alias: mi
tutor suplente,para recortar gastos. Envié de un pensamiento de odio en
la dirección de lascircunstancias, me eché la mochila al hombro y
empecé a trotar. La mayoría dela gente podría considerar la granja rural
de Maine, donde mi mamá y yovivíamos, un lugar pintoresco, pero la
verdad era, que no había nada en millasde este pintoresco sitio, además
había que correr mucho para llegar hasta losvecinos más cercanos. Y al
menos que pintoresco fuera un sinónimo del sigloXVIII, corrientes de
aire y un hoyo para el dinero situado en el ojo de unainversión
atmosférica que absorbe toda la niebla de aquí de la costa, mepermitiría
disentir.En la esquina de Hawthorne y Beech, vi señales de vida a
partir de loscoches que pasaban de largo en su viaje por la mañana.
Utilicé una mano parapedir aventón y con la otra desenvolví un chicle de
menta.Un Toyota rojo 4Runner frenó en la acera, y la ventana del
pasajero se bajóde manera automática. Marcie Millar se sentaba detrás
del volante.—¿Problemas con el coche? —preguntó.Si problemas con el
automóvil era no tener coche... No es que yo estuvieraa punto de admitir
a Marcie.—¿Necesitas que te lleve? —expresó impaciente cuando no
respondí.No podía creer que fuera, de entre todos los coches que pasaban
por estetramo de carretera, Marcie la que parara. ¿Quería ir con
Marcie? No. ¿Aúnestaba trabajando lo que había dicho sobre mi padre? Sí.
¿Estaría a dispuesta aperdonarla? Por supuesto que no. Me hubiera
bastado un gesto para que ellasiguiera conduciendo, pero había un
pequeño inconveniente. Se rumoreaba que
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24.
la única cosa que el Sr. Loucks gustaba más que la tabla periódica de
loselementos era la detención de estudiantes que llegaban tarde.—Gracias
—acepté a regañadientes. —Voy de camino a la escuela.—¿Debo suponer que
tu gorda amiga no podía darte un aventón?Me quedé inmóvil con la mano
en la manija de la puerta. Vee y yo hacíamucho tiempo que habíamos
renunciado a educar a los descerebrados quepensaban que "gorda" y
"curvas" eran la misma cosa, pero eso no quería decirque toleraría la
ignorancia. Y, por otra parte, yo hubiera tenido mucho gusto enllamar a
Vee para que me trajera, pero había sido invitada a asistir a unareunión
de los editores de la publicación electrónica de la escuela y
conseguridad ella ya estaba en la escuela.—Pensándolo mejor, voy a
caminar —cerré la puerta del carro de Marciede un empujón.Marcie puso
una cara confundida.—¿Te ofendió que la llamara gorda? Porque es la
verdad. ¿Qué pasacontigo? Siento que todo lo que digo tiene que ser
censurado. Primero tu padre,ahora esto. ¿Qué pasó con la libertad de
expresión?Por un momento pensé en que esto sería bueno y conveniente si
todavíatuviera el Spider. No sólo no tendría que pedirle un aventón,
sino que en algúnmomento tendría el placer de atropellar a Marcie. El
estacionamiento de laescuela podía ser caótico después de la escuela.
Los accidentes pasan.Como no podía hacer rebotar a Marcie con mi defensa
delantera, hice lasiguiente mejor cosa.—Si la concesionaria Toyota
hubiera sido de mi papá, creo que estaría losuficientemente preocupada
por el medio ambiente como para pedir unhíbrido.—Bueno, tu padre no
posee el concesionario de Toyota.—Eso es correcto. Mi padre está
muerto.Alzó un hombro.—Tú lo has dicho, no yo.—A partir de ahora, creo
que es mejor si nos quedamos fuera del caminode la otra.Examinó su
manicura.—Bien.—Bueno.
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25.
—Sólo estaba tratando de ser amable, y mira donde me tienes —dijo envoz
baja.—¿Amable? Llamaste a Vee gorda.—También te ofrecí llevarte.Ella
aceleró y sus neumáticos mancharon de polvo el camino que flotabaen mi
dirección.No me había despertado esta mañana buscando una razón más para
odiarMarcie Millar, pero ahí la tenía.Coldwater High se había erigido a
finales del siglo XIX, y la construcciónera una mezcla ecléctica de
estilo gótico victoriano y que parecía más catedralque académico. Las
ventanas eran estrechas y arqueadas, el cristal conplomo. La piedra era
multicolores, pero sobre todo gris. En el verano, la hiedrase arrastraba
hasta el exterior y le daba a la escuela un cierto encanto de
NuevaInglaterra. En el invierno, la hiedra se parecía mucho a unos dedos
esqueléticosasfixiando el edificio.Estaba caminando rápido, casi medio
corriendo por el pasillo al aula dequímica, cuando sonó mi teléfono
celular en el bolsillo.—¿Mamá? —Le contesté, sin frenar mi ritmo. —¿Te
puedo llamar…?—¡A que no adivinas con quién me encontré ayer por la
noche! LynnParnell. Recuerdas a la madre de Scott Parnells.Miré el reloj
de mi celular. Había sido suficiente fortuna que un completoextraño me
diera un aventón a la escuela —una mujer, a su manera, puesentrenaba
Kick Boxing en el gimnasio—, pero todavía me quedaba un cortocamino por
recorrer. Y a menos de dos minutos de la campana.—¿Mamá? La escuela está
a punto de comenzar. ¿Te puedo llamar en elalmuerzo?—Tú y Scott fueron
tan buenos amigos.Se había desencadenado un vago recuerdo.—Cuando
teníamos cinco años —dije. —¿Él siempre mojaba lospantalones, no?—Tomé
unas copas con Lynn anoche. Ella acaba de finalizar su divorcio, yella y
Scott están regresando a Coldwater.—Eso es genial. Yo te llamo…—Los
invité a cenar esta noche.Al pasar por la oficina principal, el minutero
del reloj que estaba encimade la puerta, marcaba casi la siguiente
hora. Desde donde yo estaba, se veía
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26.
atrapado entre 07:59 y el agudo ocho. Lo apunté con un gesto de amenaza
ypensé: No te atrevas a dar el toque temprano.—Esta noche no es bueno,
mamá. Parche y yo…—¡No seas tonta! —Mi mamá me interrumpió. —Scott es
uno de tusamigos más antiguos del mundo. Tú lo conocías mucho antes de
Patch.—Scott solía forzarme a comer cochinillas —dije. —Mi memoria
comienzaa entrar en razón.—¿Y tú nunca le obligaste a jugar
Barbies?—¡Totalmente diferente!—Esta noche, siete en punto —dijo mamá
con una voz intransigente atodo argumento.Me apresuré a entrar a
química, con el último segundo avanzando, y medeslicé sobre una banca de
metal detrás de una mesa de granito negro dellaboratorio, justo en la
primera fila. Las mesas eran para dos personas, y yohabía cruzado mis
dedos para que me tocara alguien cuya comprensión de laciencia
sobrepasara la mía, que, dado mi nivel, no era difícil de superar.
Tendíaa ser más una romántica que una realista, y optaba más por la fe
ciega que en lalógica fría. Por eso, la ciencia y yo estábamos en
desacuerdo desde el principio.Marcie Millar entró en la sala usando
tacones, jeans y un top de seda deBanana Republic que yo tenía en mi
lista de deseos de regreso a la escuela. Porel Día del Trabajo, la blusa
estaría en liquidación y por ende en el rango decompensación de
precios. Pero ahora estaba en el proceso de limpiarmentalmente la blusa
de mi lista cuando Marcie se sentó en la banca de mi lado.—¿Qué pasa con
tu cabello? —dijo. —¿Se quedó sin mousse? ¿O sinpaciencia? —Una sonrisa
curvó uno de los lados de su boca. —¿O es porquehabía que correr cuatro
kilómetros para llegar aquí a tiempo?—¿Qué pasó con mantenerse al
margen del camino de la otra? —le lancéuna mirada apuntando a su silla, a
continuación, las veinticuatro pulgadas dediferencia no se estaban
quedando en el límite del camino.—Necesito algo de ti.Exhalé en silencio
y estabilicé mi presión sanguínea. Debí saberlo.—Ésta es la cosa,
Marcie —dije. —Las dos sabemos que esta clase va a serincreíblemente
difícil. Deja que te haga un favor y te advierta que la ciencia esmi
peor asignatura. La única razón por la que estoy haciendo la escuela
deverano se debe a que escuché la química más fácil que ese término. Tú
no mequieres como tu compañera. Esto no será fácil para obtener una A.
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27.
—¿Me veo como que estoy sentada a tu lado para recuperar mi
promedio?—Dijo ella con un impaciente tirón de la muñeca. —Te necesito
para otracosa. La semana pasada conseguí un trabajo.¿Marcie? ¿Un
trabajo?Ella sonrió, y yo sólo podía imaginar que había sacado mis
pensamientosdirectamente de mi expresión.—En la oficina escolar. Uno de
los vendedores de mi padre está casadocon la secretaria de la oficina
principal. Nunca está de más disponer deconexiones. No es que tú
deberías saber algo al respecto.Sabía que el padre de Marcie era
influyente en Coldwater. De hecho, él eraun gran apoyo para el club de
donantes, él tenía incidencia en cada puestoadministrativo de la
escuela, pero esto era ridículo.—De vez en cuando cae un archivo abierto
y no puedo dejar de ver lascosas —dijo Marcie.Sí, claro.—Por ejemplo,
sé que aún no está nada sobre la muerte de tu papá. Hasestado en la
consejería con la psicología de la escuela. De hecho, ya lo sé
todoacerca de todo el mundo. Excepto de Patch. La semana pasada me di
cuenta deque su archivo está vacío. Quiero saber por qué. Quiero saber
lo que se esconde.—¿Por qué te importa?—Él estuvo en mi casa la última
noche, mirando a la ventana de midormitorio.Parpadeé.—¿Patch estaba en
tu casa?—A menos que tú conozcas a algún otro tipo que conduzca un
JeepCommander, vestido de negro, y que esté buenísimo...Fruncí el
ceño.—¿Dijo algo?—Él me vio mirando desde la ventana y se fue. ¿Debería
estar pensandoen una orden de restricción? ¿Este comportamiento es
típico en él? Yo sé que élestá fuera, pero ¿qué tan lejos?No hice caso
de ella, estaba demasiada absorta con toda estainformación. ¿Patch? ¿En
casa de Marcie? Tuvo que haber sido después de salirde mi casa. Después
de que le dijera: "Te amo" y él se escabullera.—No hay problema —dijo
Marcie enderezándose. —Hay otras manerasde obtener información, como la
administración. Supongo que ellos pueden
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28.
terminar viendo un archivo escolar vacío. Yo no iba a decir nada, pero
por mipropia seguridad...Yo no estaba preocupada porque Marcie fuera a
la administración. Patchpodría manejar eso. Más bien me preocupaba lo de
anoche. Patch había salidoprecipitadamente, diciendo que había algo que
tenía que hacer, pero estabateniendo un difícil momento creyendo que él
estaba esperando afuera de lacasa de Marcie. Era mucho más fácil de
aceptar que él me había dejado a causade lo que había dicho.—O la
policía —agregó Marcie, tocando con la punta del dedo sus labios.—Un
archivo de la escuela casi vacío suena ilegal. ¿Cómo entró Patch a
laescuela? Te ves molesta, Nora. ¿Estoy adentrándome en algo? —Una
sonrisa deplacer sorprendió su rostro. —¿No? Hay más en la historia.Posé
mis fríos ojos de ella.—Para alguien que ha dejado claro que su vida es
superior a la decualquier otro estudiante en esta escuela, segura que
lo convertiste en un hábitoeso de meter la nariz en nuestras vidas
aburridas y sin valor.La sonrisa de Marcie se desvaneció.—Yo no tendría
que meterme si todos se quedaran fuera de mi camino.—¿Tu camino? Esto no
es tu escuela.—No me hables de esa manera —dijo Marcie con un
incrédulo, tic casiinvoluntario de su cabeza.—De hecho, no me hables en
absoluto.Levanté mis palmas hacia arriba.—No hay problema.—Y mientras
estás en eso, muévete.Eché un vistazo a mi banca, pensando sin duda que
ella no podríaentender que:—Yo estaba aquí primero.Imitándome, Marcie
levantó sus palmas hacia arriba.—No es mi problema.—Yo no me muevo.—No
estaré sentada junto a ti.—Estoy feliz de oírlo.—Muévete —Marcie
demandó.
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29.
—No.La campana sonó alrededor de nosotras, y cuando el sonido
estridentemurió, tanto Marcie y yo parecíamos habernos dado cuenta de
que la habitaciónse había vuelto tranquila. Miramos alrededor, y me
dolió el estómago alpercatar que todos los asientos en la sala estaban
ocupados.El Sr. Loucks se colocó en el pasillo, a mi derecha, agitando
una hoja depapel.—Estoy sosteniendo un plano de la sala en blanco —dijo.
—Cada uno delos rectángulos corresponde con un escritorio en la
habitación. Escriban sunombre en el rectángulo y pásenlo —dio una
palmada en la tabla por delante demí—. Espero que les guste a sus
compañeros —nos dijo. —Estarán ochosemanas con ellos.Al mediodía, cuando
terminó la clase, tomé un paseo con Vee a Enzo’sBistro, nuestro lugar
favorito para tomar mokas helados o cafés espumosos,dependiendo de la
temporada. Sentí el sol hornear mi rostro al cruzar elestacionamiento, y
fue entonces cuando lo vi. Un blanco Volkswagen Cabrioletdescapotable
con un signo de venta grabada en la ventana: $ 1 000 OBO—Estás babeando
—Vee dijo usando la punta de su dedo para cerrar miboca.—¿No tienes mil
dólares que te pueda pedir prestado?—No tengo ni cinco dólares que te
pueda prestar. Mi alcancía estáoficialmente anoréxica.Suspiré de
nostalgia en la dirección del Cabriolet.—Necesito el dinero. Necesito un
trabajo.Cerré los ojos, imaginándome a mí misma al volante del
Cabriolet, dearriba hacia abajo, el viento silbante en mi cabello
rizado. Con el Cabrioletnunca tendría para pedir un aventón de nuevo. Yo
sería libre de ir dondequisiera, cuando me diera la gana.—Sí, pero
conseguir un trabajo significa que tú realmente tienes quetrabajar.
Quiero decir, ¿estás segura de que quieres gastar todo el
veranotrabajando lejos y por un salario mínimo? Es posible que, no sé,
sudes o algo.Saqué de mi mochila un trozo de papel y garabateé el número
queaparecía en el cartel. Tal vez podría hablar con el propietario de
un par decientos de dólares. Mientras tanto, mirando otros clasificados,
agregué el del
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30.
empleo de medio tiempo a mi lista de tareas. Un trabajo significaría un
tiempolejos de Patch, pero también significaría un transporte privado.
Por mucho queme amaba Patch, siempre parecía estar ocupado... para hacer
algo. ¿Qué le hizoser poco fiable cuando se trataba de llevarme?Dentro
de Enzo, Vee y yo pedidos mokas helados y ensaladas con nuez,que ya
estaban servidas sobre nuestra mesa. Durante las últimas semanas, Enzose
habían sometido a una amplia remodelación para ponerlo al día con el
sigloXXI y ahora se estrenaba una sala de Internet por primera vez
enColdwater. Teniendo en cuenta el hecho de que mi ordenador de casa
tenía seisaños, yo estaba emocionada.—No sé tú, pero yo estoy lista para
unas vacaciones —dijo Vee, poniendosus lentes de sol sobre su cabeza.
—Ocho semanas más de español. Esos sonmás días de los que quisiera
pensar. Lo que necesitamos es una distracción. Loque necesitamos es algo
que quitará de nuestras mentes este tramo sin fin de laeducación de
calidad que se extendió antes que nosotras. Necesitamos ir decompras.
Portland, aquí vamos. Macy tiene una gran venta. Necesito
zapatos,vestidos y una nueva fragancia.—Acabas de comprar ropa nueva.
Costó doscientos dólares. Tu mamátendrá una hemorragia cuando llegue el
estado de cuenta de su MasterCard.—Sí, pero necesito un novio. Y para
conseguir uno, necesitas verte bien. Yno hace daño oler bien
también.Llevé a mi boca un pedazo de pera.—¿Tienes a alguien en
mente?—De hecho, lo tengo.—Sólo prométeme que no es Scott
Parnell.—Scott, ¿quién?Sonreí.—Ves, ahora estoy feliz.—No sé nada acerca
de ningún Scott Parnell, pero el chico que tengo en lamira sucede que
es ardiente. Fuera – de – serie, ardiente. Más – ardiente – que –Patch,
¡ardiente! —Ella se detuvo, —bien, tal vez no tanto. Nadie es así
deardiente. En serio, el resto de mi día está planeado. Portland o
alcohol, ya dije.Abrí la boca, pero Vee fue más rápida.—Uh-oh —ella
dijo. —Conozco esa mirada. Vas a decirme que ya tienesplanes.
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31.
—Regresando a Scott Parnell… Él solía vivir aquí cuando teníamos
cincoaños.Vee parecía que estaba buscando a su memoria a largo plazo.—Se
orinaba mucho en los pantalones —agregué amablemente.Los ojos de Vee se
iluminaron—¿Scotty the Potty4?—Se está mudando de nuevo a Coldwater. Mi
mamá lo invitó a cenar estanoche.—Ya veo por dónde va esto —Vee dijo,
asintiendo con la cabezasabiamente. —Esto es lo que se llama un
reencuentro lindo. Esto es cuando lavida de dos personas potencialmente
románticas se cruzan. ¿Recuerdas cuandoDesi accidentalmente entró en la
habitación de los hombres y cachó a Ernestoen el urinario?Detuve con mi
tenedor a medio camino entre el plato y la boca.—¿Qué?—En Corazón, el
jabón español. ¿No?... No importa. Al parecer, mamáquiere conectarte con
Scotty the Potty. Pronto.—No, no lo quiere. Ella sabe que yo estoy con
Patch.—El hecho de que ella sepa, no quiere decir que esté feliz por
eso. Tumamá va a gastar mucho tiempo y energía en convertir esta
ecuación de Noramás Patch es igual a amor, en Nora más Scotty the Potty
es igual a amor. Y ¿quépasa con esto? Tal vez Scott the Potty se
convirtió en el Scotty the Hottie. ¿Haspensado en eso?Tenía a Patch, y
estaba perfectamente feliz de mantenerlo de esa manera.—¿Podemos hablar
de algo ligeramente más urgente? —Pregunté,pensando que era tiempo de
cambiar de tema, antes de que el actual le dieramás locas ideas a Vee.
—¿Como el hecho de que mi nueva compañera dequímica… Marcie Millar?—La
pu…—Aparentemente ella está trabajando en la oficina principal y miró
elexpediente de Patch.—¿Sigue vació?—Eso parece. Y ahora ella quiere que
le diga todo lo que sé sobre él.4 La traducción literal sería: Scotty
el ir al baño, lo cual no sonaba con rima. Por ende, se quedócon el
texto original para salvaguardar el juego de palabras de la autora.
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32.
Incluyendo el porqué él estuvo frente a su casa contemplando la
ventanade su recámara. Alguna vez escuché un rumor de que Marcie tenía
una raquetade tennis tras su ventana cuando ésta estaba abierta a los
pagos de ciertos“servicios”, pero no iba a pensar acerca de eso. De
todas formas, ¿no eran losrumores un 90 por ciento ficción?Vee se
inclinó acercándose.—¿Qué es lo que sabes?Nuestra conversación pasó a un
silencio incómodo. Yo no creía en lossecretos entre mejores amigas.
Pero había secretos... y verdades difíciles.Verdades atemorizantes.
Verdades inimaginables. Tener un novio que es unángel caído convertido –
en – guardián encaja en todas ellas.—¿Estás ocultándome algo? —Vee
dijo.—Yo no.—Sí, y es mucho.Silencio incómodo.—Le dije a Patch que lo
amaba.Vee se tapó la boca, pero no sabría decir si estaba ahogando un
grito deasombro o una risa. Sólo me hizo sentir más insegura. ¿Qué era
tan gracioso?¿Había hecho algo incluso más estúpido que lo que ahora
pensaba?—¿Qué dijo? —preguntó Vee.Tan sólo la miré—¿Tan malo fue?
—cuestionó.Me aclaré la voz.—Hábleme de este hombre con el que vas a
salir. Es decir, ¿se trata de undeseo - de - lejos, o que en realidad
hablaste con él?Vee tomó la pista.—¿Hablé con él? Compré ayer, para el
almuerzo, hot - dogs en Skippy conél. Fue una de esas cosas como de cita
a ciegas, y resultó mejor de lo esperado.Mucho mejor. Para tu
información, tú sabrías todas estas cosas si devolvierasmis llamadas en
lugar de hacerlo con tu novio, sin parar.—Vee, soy tu única amiga, y no
fui yo quién te conquistó.—Lo sé. Tu novio lo hizo.Me atraganté con una
bola de queso Gorgonzola.—¿Patch estará listo en una cita a ciegas?
-
33.
—¿Entonces? —dijo Vee, con su defensivo tono dirigiéndose hacia
mí.Sonreí.—Pensé que no te confiabas en Patch.—No—¿Pero?—Traté de llamar
para investigar a mi primera cita, pero repito, nuncaregresas mis
llamadas.—Misión cumplida. Me siento como la peor amiga que haya
existido —ledi una sonrisa conspiradora—. Ahora, me dicen lo demás.Vee
dejó su tono resistente, y miró mi sonrisa.—Su nombre es Rixon, y es
irlandés. Su acento o cómo se llame memata. Sexy al máximo. Es un poco
flaco teniendo en cuenta que soy ancha dehuesos, pero estoy pensando en
perder veinte libras este verano, así que tododebe haberse ido para
agosto.—¿Rixon? ¡No es cierto! ¡Me encanta Rixon!Como una regla, no
confiaba en los ángeles caídos, pero Rixon fue unaexcepción. Al igual
que Patch, sus límites morales se colocaban en la zona grisentre el
blanco y negro. Él no era perfecto, pero no todo fue malo, tampoco.Le
sonreí, señalando con el tenedor a Vee.—No puedo creer que te fuiste con
él. Quiero decir, él es el mejor amigoPatch. Odias a Patch.Vee me dio
la impresión de parecer su gato negro, con el pelo
erizadoprácticamente.—El mejor amigo no quiere decir nada. Mira tú y yo.
No somos en nadaiguales.—Esto es genial. Los cuatro podemos pasar el
rato juntos durante todo elverano.—Uh - uh. De ninguna manera. No estoy
interesada en salir con ese novioidiota que tienes. No me importa lo que
me dijiste, sigo pensando que él teníaalgo que ver con la misteriosa
muerte de Jules en el gimnasio.Una nube oscura cayó sobre la
conversación. Sólo había tres personas en elgimnasio la noche en que
Julio murió, y yo era uno de ellos. Yo nunca le habíadicho todo lo que
sucedió a Vee, sólo lo suficiente para conseguir que dejara depresionar,
y para su propia seguridad, así planeé mantener alejado todo aquellode
su camino.
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34.
Vee y yo pasamos el día dando vueltas, recogiendo las solicitudes
deempleo desde el local de comida rápida, y eran casi las seis y media
cuandollegué a casa. Dejé las llaves en el aparador y fui a chequear la
contestadoraautomática. Había uno de mi mamá. Ella estaba en el
supermercado Michaudcomprando el pan de ajo, lasaña, y vino barato, y
juró en su tumba que leganaría a la Parnells a la casa.Eliminé el
mensaje y me subí a mi dormitorio. Como no había podidoducharme en la
mañana, y mi cabello se había rizado hasta la altura máximadurante el
día, pensé que había que cambiarme de ropa a modo de control dedaños.
Cada recuerdo único que yo tenía de Scott Parnell era desagradable,pero
la compañía era la compañía. Ya tenía mi chaqueta desabrochada hasta
lamitad cuando se produjo un golpe en la puerta principal.Fui a
encontrar a Patch al otro lado de la puerta con sus manos metidas ensus
bolsillos.Normalmente lo habría recibido lanzándome directamente a
susbrazos. Hoy me contuve. Anoche le dije que lo amaba, y él había
atornillado y,supuestamente, se dirigió directamente a la casa de
Marcie. Mi estado de ánimocayó en algún lugar entre el orgullo herido,
la ira y la inseguridad. Tenía laesperanza de que mi silencio le dijera
indirectamente que algo estaba mal, y queasí sería hasta que él hiciera
un movimiento para corregirlo, para disculparse odarme una
explicación.—Hey —dije, aparentando casualidad. —Olvidaste llamar
anoche. ¿Adónde fuiste?—Por ahí. ¿Ibas a invitarme a venir?No iba a
hacerlo.—Estoy contenta de escuchar que la casa de Marcie está, tú
sabes, por ahí.Un momentáneo gesto de sorpresa en sus ojos confirmó lo
que no queríacreer: Marcie había dicho la verdad.—¿Te molestaría decirme
qué está ocurriendo? —Dije en un tono un pocomás hostil. —¿Quieres
decirme que estabas haciendo en su casa anoche?—Suenas celosa, ángel
—tal vez había una nota de burla tras esecomentario pero a diferencia de
lo usual, no había nada cariñoso o juguetón enél.—Tal vez no estaría
celosa si tú no me dieras razones para estarlo —respondí. —¿Quieres
decirme qué estabas haciendo en su casa anoche?—Arreglando unos
negocios.Alcé mis cejas.
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35.
—No me había dado cuenta de que Marcie y tú tienen negocios.—Los
tenemos. Pero son sólo eso... negocios.—¿Podrías explicarlo? —había una
gran dosis de reclamo acumuladoentre mis palabras.—¿Estás acusándome de
algo?—¿Debería?Patch generalmente era experto en ocultar sus emociones,
pero apretó lalínea de su boca.—No.—Si estar en su casa ayer por la
noche era tan inocente, ¿por qué tantasdificultades para explicar lo que
estabas haciendo allí?—No estoy teniendo dificultades —dijo midiendo
cada palabracuidadosamente. —No te lo estoy diciendo, porque lo que
estaba haciendo encasa de Marcie no tiene nada que ver con
nosotros.¿Cómo podía pensar que esto no tenía nada que ver con nosotros?
Marciefue la única persona que tuvo todas las oportunidades para
atacarme ymenospreciarme. Durante los últimos once años, me había
molestado, habíadifundido rumores horribles sobre mí, y me humillaba
públicamente. ¿Cómopodía pensar que esto no era personal? ¿Cómo podía
pensar que acababa deaceptar esto, sin hacer preguntas? Pero sobre todo,
¿no podía ver que estabaaterrado de que Marcie lo usaría para hacerme
daño? Si sospechara que élpudiera estar remotamente interesado, ella
haría todo lo que tiene en su poderpara robármelo. No podía soportar la
idea de perder a Patch, pero me iba amatar si lo perdía gracias a
ella.Abrumada por el repentino temor, le dije:—No vuelvas hasta que
estés listo para decirme lo que estabas haciendoen su casa.Impaciente,
Patch se abrió paso al interior de la casa y cerró la puertadetrás de
él.—No he venido aquí para discutir. Quiero hacerle saber Marcie que
setopó con algunos problemas esta tarde.¿Marcie otra vez? ¿Él no creía
que ya había cavado un agujero lo bastanteprofundo? Traté de mantener la
calma el tiempo suficiente para escucharlo,pero yo quería gritar a
través de él.—¿Oh? —Dije con frialdad.
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36.
—Ella quedó atrapada cuando un grupo de ángeles caídos trató de forzara
un Nefilim a jurar fidelidad dentro del sanitario de los hombres en el
Arca deBo’s. El Nefilim no tenía dieciséis años por lo que no tenía
fuerza, sólo sedivirtieron tratando. Le cortan muy mal, y se rompió
algunas costillas. Aquíentra Marcie. Ella había bebido demasiado e
ingresó en el baño equivocado. Elángel caído que estaba cuidando sacó un
cuchillo enfrente de ella. Estuvo en elhospital, pero la liberaron
pronto. Una herida sin gravedad.Mi pulso se aceleró, y yo sabía que
estaba molesta porque habíanapuñalado a Marcie, pero eso fue lo último
que quería que supiera Patch. Crucélos brazos rígidos.—Gee, ¿es un
Nefilim, cierto?Recordé vagamente cuando Patch me explicó, hace algún
tiempo, que losángeles caídos no podían obligar a un Nefilim a jurar
lealtad hasta los dieciséis.Del mismo modo, no podía sacrificarme a mí
para conseguir un cuerpo humanohasta que cumplí los dieciséis años.
Tener dieciséis era oscuramente mágico,incluso era la edad crucial en el
mundo de los ángeles y los Nefilim.Patch me dio una mirada que tenía el
más pequeño resplandor demolestia.—Marcie tal vez estaba borracha, pero
hay posibilidad de que recuerde loque vio. Obviamente tú sabes que los
ángeles y Nefilim tratan de mantenersebajo el radar, y alguien como
Marcie, con una gran boca, puede amenazar esesecreto. La última cosa que
ellos quieren es que ella le diga al mundo lo que vio.Nuestro mundo es
más fácil cuando los humanos lo desconocen. Conozco a losángeles caídos
involucrados —su mandíbula se tensó. —Ellos harían cualquiercosa por
mantener a Marcie callada.Sentí miedo por Marcie, pero lo alejé de mí.
¿Desde cuándo a Patch lepreocupada de alguna manera lo que le pasaba a
Marcie? ¿Desde cuándo sepreocupa más por ella que por mí?—Trato de
sentirme mal —, dije. —Pero suena como si estuvieras máspreocupado por
ella que por nosotros —tiré de la manilla de la puerta y lamantuve
abierta. —Tal vez deberías ir a ver a Marcie, ver si su herida
estásanando apropiadamente.Patch obligó que mi mano soltara la manilla y
cerró la puerta con su pie.—Cosas más grandes que tú, Marcie o yo están
sucediendo —él dudó,como si tuviera más que decir, pero cerró la boca
en el último momento.—¿Tú, yo y Marcie? ¿Desde cuándo nos pones a los
tres en la mismaoración? ¿Desde cuándo ella significa algo para ti?
—espeté.
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37.
Puso su mano detrás de su cuello, viéndose como si él supiera que
teníaque haber escogido cuidadosamente sus palabras antes de
responde.—¡Sólo dime qué estás pensando! —Dije. —¡Escúpelo! ¡Si es tan
malocomo para que no tenga idea de lo que sientes, sólo deja salir lo
que piensas!Patch miró alrededor, como preguntándose si estaba
hablándole a alguienmás.—¿Escúpelo? —Dijo, su tonó incrédulo y sombrío.
Tal vez hasta irritado.—¿Qué parece que estoy tratando de hacer? Si te
calmas, podría. Ahora mismote pondrás histérica, sin tomar en cuenta lo
que digo.Entrecerré los ojos.—Tengo el derecho de estar enfadada. No me
dirás qué estabas haciendoanoche en la casa de Marcie.Patch echó las
manos hacia arriba. ”Aquí vamos otra vez” decía ese gesto.—Hace dos
meses —empecé, tratando de inyectar orgullo a mi voz paraesconder la
temblor en ella. —Vee, mi mamá —todos— me advirtieron que túeras una
clase de chico que ve a las chicas como simples conquistas. Ellasdijeron
que era otra hendidura en tu cinturón, otra estúpida chica que
sedujistepara tu propia satisfacción. Ellas dijeron que el momento en
que me enamorarade ti, tú ibas a irte —tragué con dificultad.—Necesito
saber que no estaban en locorrecto.Aunque no quisiera recordarlo, el
recuerdo de la noche pasada resurgiócon perfecta claridad. Recordé la
total humillación con vívido detalle. Le dijeque lo amaba, y él no dijo
nada. Había cientos de maneras diferentes de analizarsu silencio,
ninguna de ellas era buena.Patch agitó su cabeza con
incredulidad.—¿Quieres que te diga que estaban equivocadas? Porque tengo
elpresentimiento de que tú no me creerás, sin importar lo que diga —me
miró.—¿Estás tan comprometido con esta relación como lo estoy yo?No pude
preguntarlo. No después de ver todo derrumbarse desde anoche.De repente
me di cuenta de que no tenía idea de cómo realmente se sentía
Patchacerca de mí. Pensé que lo era todo para él, pero ¿si sólo hubiera
visto lo quequería? ¿Qué pasaría si exageraba sus sentimientos? Sostuve
su mirada, alpunto de hacerle tan fácil a él este gesto, para no darle
una segundaoportunidad a dicha cuestión. Necesitaba saberlo:—¿Me amas?
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38.
No puedo responder a eso, dijo, asustándome porque habló en
mispensamientos. Era como un regalo que todos los ángeles poseían, pero
yo noentendía por qué estaba eligiendo ahora usarlo.—Voy a dejar esto
para mañana. Duerme bien —agregó secamente,dirigiéndose hacia la
puerta.—Cuando nos besamos, ¿estás fingiendo?Se detuvo en seco. Otra
sacudida de la cabeza incrédulo.—¿Fingiendo?—Cuando te toco, ¿sientes
algo? ¿Hasta dónde llega el deseo deir? ¿Sientes algo que se acerque a
lo que yo siento por ti?Patch me miraba en silencio.—Nora…
—empezó.—Quiero una respuesta clara.Después de un momento,
dijo:—Emocionalmente, sí.—Pero físicamente no, ¿verdad? ¿Cómo se supone
que debo estar en unarelación, cuando no tengo idea de lo mucho que aún
significa para ti? ¿Estoyexperimentando cosas a un nivel completamente
diferente? Porque eso es loque se siente. Y lo odio —añadí. —No quiero
que me beses, porque tienes quehacerlo. Yo no quiero que pretendas darle
significado a algo, cuando no deja deser sólo un acto.—¿Sólo un acto?
¿Te estás escuchando?Inclinó la cabeza hacia atrás contra la pared y dio
otra oscuracarcajada. Me dio una mirada de reojo.—¿Terminaste con las
acusaciones?—¿Crees que esto es divertido? —dije, golpeada por una ola
de ira.—Todo lo contrario.Antes de que pudiera decir más, se volvió
hacia la puerta.—Llámame cuando estés lista para hablar
racionalmente.—¿Qué se supone que significa eso?—Significa que estás
loca. Hoy estás imposible.—¿Yo estoy loca?Inclinó mi barbilla hacia
arriba y me plantó un áspero y rápido beso en laboca.
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39.
—Y yo debo estar más loco para seguirte el juego.Liberé mi barbilla y la
froté con resentimiento.—Renunciaste convertirte en humano para mí, ¿y
es esto es lo queconsigo? Un novio que pasa su tiempo en casa de Marcie,
pero no me dice porqué. Un novio que sale en busca del primer indicio
de pelea. Prueba si te quedaesto: Eres un… ¡imbécil!¿Imbécil? Habló con
su voz fría y cortante en mis pensamientos. Estoytratando de seguir las
reglas. Se supone que no debería estar enamorado de ti. Los dossabemos
que no se trata de Marcie. Se trata de cómo me siento por ti. Tengo
quefrenar. Estoy caminando por una peligrosa línea. Enamorarse es lo que
me metió enproblemas en primer lugar. Por eso no puedo estar contigo
como yo quiero.—Entonces, ¿por qué renunciar a convertirte en humano por
mí, si sabíasque no ibas a estar conmigo? —Lo cuestioné, mi voz sonaba
débil y me sudabanlas palmas de las manos. —¿Qué puedes esperar de una
relación conmigo?¿Cuál es el punto de —mi voz se quebró sin querer,
—“nosotros”?¿Qué había que esperar de una relación con Patch? En algún
momento,debí de haber pensado hacia dónde se dirigía nuestra relación, y
lo quesucedería. De la maldición que tenía. Pero yo había estado tan
asustada por loque veía venir que pretendí evitarlo de alguna manera.
Intenté luchar por larelación con Patch, porque en el fondo, cualquier
momento con Patch parecíamejor que nada en absoluto.ÁngelMiré hacia
arriba cuando Patch dijo mi nombre dentro de mispensamientos.Estar cerca
de ti en cualquier nivel es mejor que nada. No voy a perderte. Hizouna
pausa, y por primera vez desde que lo conozco, vi un destello
depreocupación en sus ojos. Pero ya caí una vez. Si les doy a los
arcángeles un solomotivo para pensar que estoy remotamente enamorada de
ti, me van a mandar alinfierno. Para siempre.Su noticia me llegó como un
golpe directo en el estómago.—¿Qué?Soy un ángel guardián, o al menos
eso me han dicho, pero los arcángeles noconfían en mí. No tengo
privilegios ni privacidad. Dos de ellos me siguieron anochepara hablar, y
alejé de mí los sentimientos, porque ellos quieren que caiga otra vez.
Porla razón que fuese, ellos están escogiendo ponerme medidas tan
estrictas. Estánbuscando cualquier escusa para deshacerse de mí. Estoy a
prueba, y si me equivoco enesto, mi historia no tendrá un final feliz.
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40.
Lo escuchaba y pensaba que él estaba exagerando, pensaba en
laposibilidad de que esto fuera tan malo, pero una mirada a su rostro me
dijo queél nunca había hablado tan en serio.—¿Qué pasará ahora?
—pregunté en voz alta.En vez de responder, Patch puso una cara de
frustración. La verdad deesto es que esto iba a terminar mal. No
importaba cuánta marcha atrásdiéramos, nos paralizáramos, o miráramos
para otro lado, un día, más tardeque temprano, nuestras vidas iban a
separarse. ¿Qué iba a pasar cuando megraduara y me fuera a la
Universidad? ¿Qué pasaría cuando me fuera siguiendomi sueño a otro lado
del país? ¿Qué pasaría cuando me llegara el tiempo dequererme casar y
tener hijos? No le estaba haciendo ningún favor a nadie alestar
enamorándome cada día más de Patch. ¿Realmente quería estar en estelargo
camino, sabiendo que tendría un final devastador?Por un momento fugaz,
pensé que tenía la respuesta —Daría mis sueños.Así de simple— Cerré los
ojos y así deje ir mis sueños como si fueran globos encintas largas y
delgadas. Yo no tenía necesidad de esos sueños. Ni siquierapodía estar
segura de que se hubieran hecho realidad. E incluso si lo hicieran,yo no
quería pasar el resto de mi vida sola y torturada por el conocimiento
deque todo lo que había hecho no significaba nada sin Patch.Y entonces
me di cuenta de una manera horrible que ninguno de nosotrospodía
renunciar a todo. Mi vida iba a continuar marchando hacia el futuro, y
notenía el poder para detenerlo. Patch se quedaría siendo un ángel para
siempre;él continuaría en ese camino.—¿No hay algo que pueda hacer?
—pregunté.—Trabajo en eso.En otras palabras, no tenía nada. Estábamos
atrapados por los dos lados;los arcángeles aplicando presión por un lado
y dos futuros demasiadodiferentes uno del otro.—Quiero salir —dije
tranquilamente.Sabía que no estaba siendo justa; estaba protegiéndome a
mí misma. ¿Quéotra opción tenía? No podía darle la oportunidad a Patch
de hablarme sobreeso. Tenía que hacer lo mejor para ambos, no podría
quedarme aquí, esperando,cuando cada cosa que yo tenía desaparecía con
el paso de los días. No podíamostrar cuán preocupada estaba cuando eso
haría las cosas imposiblementedifíciles al final.Sobre todo, yo no
quería ser la razón. Si los arcángeles estaban buscandocualquier excusa
para desvanecerlo por siempre, yo sólo lo haría más fácil.
-
41.
Patch me miró fijamente como si no pudiera decir si lo decía en
serio.—¿Eso es todo? ¿Quieres salir? Tuviste tu oportunidad para
explicarte, lacuál no creo, por cierto, pero ahora es mi turno. ¿Se
supone que sólo debotragarme tu decisión y marcharme?Abracé mis codos y
me di la vuelta.—No puedes forzarme a que me quede en una relación que
no quiero.—¿Podemos hablar de esto?—Si quieres hablar, dime por qué
fuiste a casa de Marcie anoche.Pero Patch tenía razón. Esto no era
acerca de Marcie. Esto era porqueestaba asustada y enojada con el
destino y las circunstancias que nos habíanllevado a cortar a los dos.Me
di la media vuelta para ver a Patch como arrastraba sus manos por
sucara. Él tenía una pequeña y nada amistosa sonrisa.—Si yo hubiera
estado en casa de Rixon ayer por la noche, ¡podríaspreguntar qué hacía
ahí!—No —dijo, su voz sonó lentamente peligrosa — Yo confío en ti.Tenía
miedo de perder mi entereza sino actuaba inmediatamente. Choquélas
palmas de mis manos contra su pecho, haciendo que retrocediera un
paso.—Vete —dije, las lágrimas hacían que mi voz sonara áspera— Tengo
otrascosas que quiero hacer con mi vida, Cosas en las que no estás
involucrado tú.Tengo la escuela y futuros trabajos. No voy a tirar todo
por la borda en algo queno estaba destinado a ser.Patch se
estremeció.—¿Es esto lo que realmente quieres?—Cuando bese a mi novio,
quiero saber que él ¡lo siente!Tan pronto como lo dije, me arrepentí. Yo
no quería hacerle daño, sóloquería llegar a ese momento con la mayor
brevedad posible antes de que seviniera abajo mi confianza y rompiera a
sollozar. Pero yo había ido demasiadolejos. Lo vi rígido. Nos quedamos
cara - a - cara, ambos respirábamos condificultad.Luego se dirigió hacia
fuera, tiró de la puerta y la cerró detrás de él.Una vez que la puerta
estuvo cerrada, me desplomé sobre ésta. Laslágrimas ardían en el fondo
de mis ojos, pero no cayó ni una sola gota. Teníademasiada frustración y
enojo dentro de mí como para sentir cualquier otra
-
42.
emoción; no obstante, sospechaba de cierta manera que había causado que
unsollozo se atorara en mi garganta, y que después de unos minutos,
cuando todolo demás se hubiera alejado, me daría cuenta del impacto
total de lo que habíahecho y sentiría mi corazón romperse.
-
43.
Traducido por: Vick_AkashaCapitulo 3Me bajé de la esquina de la cama,
mirando al vació. La ira comenzaba adesaparecer, pero casi deseé que
pudiera quedarme atrapada en su fiebre porsiempre. El vació que dejó
atrás lastimaba más que el agudo dolor que sentícuando Patch se marchó.
Traté de dar sentido a lo que había sucedido pero mispensamientos eran
un lío. Las palabras que gritamos sonaron en mis oídos, perose hizo un
eco atropellador, como si estuviera recordando una pesadilla enlugar de
una conversación.¿Realmente habíamos terminado? ¿En realidad quería
decir que erapermanente? ¿No hubo manera de burlar al destino o, más
inmediatamente, lasamenazas del arcángel? En el camino de una respuesta,
mi estómago se retorció,amenazando con enfermar.Me apresuré hacia el
baño y me arrodille sobre la taza, mis oídosrepicaban y mi respiración
se volvió superficial y entrecortada. ¿Qué habíahecho? Nada permanente,
definitivamente nada permanente. Mañana nosveríamos otra vez y todo
regresaría a ser como antes. Sólo fue una pelea. Unaestúpida pelea. Esto
no era el fin. Mañana nos daríamos cuenta de loinsignificante que había
sido y nos disculparíamos. Pondríamos esto atrás. Nosarreglaríamos.Me
puse de pie y giré hacia el lavabo. Mojé una toalla, la presioné
contrami cara. Mi mente aún se sentía como si girara más rápido que un
carrete dehilo al ser desenredado y cerré mis ojos con fuerza para hacer
que elmovimiento se detuviera. ¿Pero qué hay de los arcángeles? Me
pregunténuevamente. ¿Cómo podía Patch tener una relación normal cuando
ellosconstantemente nos miraban? Me congelé. Ellos podrían estar
mirándome justoahora. Podrían estar viendo a Patch. Tratando de decir si
él había cruzado lalínea. Buscando por cualquier excusa para mandarlo
al infierno, y lejos de mí,para siempre.Sentí que mi furia se encendía
nuevamente. ¿Por qué no podrían dejarnosen paz? ¿Por qué estaban tan
dispuestos a destrozar a Patch? Patch me habíadicho que él era el primer
ángel caído que obtenía sus alas de regreso y seconvertía en ángel
guardián. ¿Estaban los arcángeles molestos por eso? ¿Sentíanque de
alguna manera Patch los había engañado? ¿O que hizo trampa en suascenso
desde el fondo? ¿Querían ponerlo en su lugar? ¿O ellos simplemente
noconfiaban en él?
-
44.
Cerré los ojos, sintiendo una lágrima bajar por el lado de mi nariz.
Tendrétodo de vuelta, pensé. Quise desesperadamente llamar a Patch pero
no supe si lopondría en algún riesgo. ¿Podían los arcángeles escuchar
conversacionestelefónicas? ¿Cómo se supone que Patch y yo tengamos una
conversaciónhonesta si ellos estaban espiando?Tampoco pude dejar de lado
mi orgullo tan rápido. ¿No se daba cuentaque estaba muy equivocado? La
verdadera razón por que la que habíamospeleado en primer lugar fue
porque él se había rehusado a decirme qué estabahaciendo en la casa de
Marcie la noche anterior. Yo no era del tipo celoso, peroel sabía mi
historia con Marcie. El sabía que esta era una de esas ocasiones en
lasque tenía que saber.Había algo más que me hacía enfermar. Patch dijo
que Marcie había sidoatacada en el baño de hombres de Bos Arcade. ¿Qué
estaba haciendo Marcie enBos? Hasta donde yo sabía, nadie en Coldwater
High iba a Bos. De hecho,antes de conocer a Patch, nunca había escuchado
del lugar. ¿Fue unacoincidencia que el día después de que Patch estuvo
mirando por la ventana dela habitación de Marcie, ella se apareciera por
las puerta frontal de Bos? Patchhabía insistido que no era nada más que
negocios entre ellos, ¿pero quésignificaba eso? Y Marcie era muchas
cosas, entre ellas seductora y persuasiva.No sólo ella no aceptaba un no
por repuesta, ella no aceptaba ninguna repuestaque no fuera lo que ella
quería.¿Qué si esta vez ella quería a... Patch?Un fuerte rap en la
puerta frontal me sacó de mi ensueño.Me acurruqué sobre los montones de
almohadas en mi cama, cerré losojos, y le marqué a mi mamá.—Los Parnells
están aquí.—¡Ack! Estoy en el semáforo de Walnut. Estaré ahí en dos
minutos.Invítalos a pasar.—A penas recuerdo a Scott, y no recuerdo casi a
su madre. Los invitaré apasar, pero no haré una pequeña charla. Me
encerraré en mi recámara hasta queregreses.Traté de transmitirle en mi
tono que algo iba mal, pero no era como quepudiera confiar en mi mamá.
Ella odiaba a Patch. No le simpatizaba. No podíaescuchar la felicidad y
el alivio en su voz. No ahora.—Nora.—¡Bien! Hablaré con ellos —cerré mi
teléfono y lo lancé a través de lahabitación.
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45.
Tomé mi tiempo para caminar hacia la puerta y quitar el seguro. El
chicoparado en la alfombrilla era alto y fornido. Podía decirlo por su
ajustadaplayera que descaradamente anunciaba PLATINUM GYM, PORTLAND.
Unaro de plata corría a través del lóbulo de su oreja derecha y sus
Levis colgabanpeligrosamente de sus caderas. Llevaba una gorra con
estampado hawaiano decolor rosa, parecía recién salida de un estante de
una tienda de segunda mano yla cual tenía que ser una broma, y sus
lentes de sol me recordaron a HulkHogan5. A pesar de todo esto, él tenía
cierto encanto juvenil.Las comisuras de boca se elevaron.—Tú debes ser
Nora.—Tú debes ser Scott.Él entró y se quitó los lentes. Sus ojos
escanearon el vestíbulo dirigiéndosehacia la cocina y a la sala.—¿Dónde
está tu mamá?—En camino a casa con la cena.—¿Qué cenaremos?No me gustó
su uso de la palabra “cenaremos”. No había un plural.Estaba la familia
Grey, y la familia Parnell. Dos entidades separadas quecompartirían la
misma mesa por una noche.Cuando no respondí, él presionó.—Coldwater es
más pequeño de lo que estoy acostumbrado.Crucé los brazos sobre mi
pecho.—También es más frío que Portland.Me miró de la cabeza a los pies,
después sonrió levemente.—Lo he notado —me esquivó en su caminó a la
cocina y tiró de la puertadel refrigerador—. ¿Tienes cerveza?—¿Qué?
No.La puerta del frente aún estaba abierta y voces llegaron desde el
exterior.Mi mamá entró desde el umbral, cargando dos bolsas de
comestibles. Unamujer robusta con un mal corte de cabello estilo pixie y
un maquillaje rosacargado, la siguió dentro.—Nora, ella es Lynn Parnell
—dijo mi mamá—. Lynn, ella es Nora.5 Hulk Hogan: Actor estadounidense y
luchador profesional.
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46.
—¡Oh Dios! —Dijo la Sra. Parnell, juntando sus manos— Es igual a ti,
¿nolo crees, Blythe? ¡Y mira esas piernas! Tan largas como Las Vegas
Strip.6Hablé.—Sé que es un mal momento, pero no me siento muy bien, así
que iré arecostarme.Me deshice de la obscura mirada que mi madre lanzó
en mi dirección. Leregresé mi mirada más injusta.—Scott ha crecido
mucho, ¿no es así, Nora? —Ella dijo.—Muy observadora.Mi mamá puso las
bolsas sobre el mostrador y se giró hacia Scott.—Nora y yo estábamos un
poco nostálgicas esta mañana, recordandotodas las cosas que ustedes dos
solían hacer. Nora me dijo que solías tratar dehacerla comer
cochinillas.Antes de que Scott pudiera defenderse, dije,—Él solía
freírlas vivas bajo una lupa y no trató de conseguir que yo lascomiera.
Se sentó sobre mí y apretó mi nariz hasta que necesité aire y tuve
queabrir la boca. Después las arrojó dentro.Mi mamá y la Sra. Parnell
compartieron una mirada rápida.—Scott siempre fue muy persuasivo —dijo
la Sra. Parnell rápidamente—.Él puede lograr que las personas hagan
cosas que ellos nunca soñarían hacer. Eshábil para eso. Me convenció de
comprarle un Ford Mustang 1966, en perfectoestado. Por supuesto, golpeó
en un buen momento, yo tenía mucho sentimientode culpa después del
divorcio. Bien. Como decía, Scott probablemente hizo lasmejores
cochinillas fritas de toda la cuadra.Todos me miraron para una
confirmación.No podía creer que estuviéramos discutiendo esto como si
fuera un temade conversación perfectamente normal.—Entonces —Scott
interrumpió, rascándose el pecho. Sus bíceps seflexionaron cuando lo
hizo, cosa que probablemente ya sabía—, ¿qué hay paracenar?—Lasaña, pan
de ajo y aspic7 —dijo mi mamá con una sonrisa—. Norahizo el aspic.6 Las
Vegas Strip: es una sección de aproximadamente 6,4 km de la calle Las
Vegas BoulevardSouth en las localidades de Paradise y Winchester,
Nevada, al sur de los límites de la ciudad de LasVegas
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47.
Esas eran noticias para mí.—¿Lo hice?—Tú compraste las cajas de gelatina
—ella me recordó.— Eso no cuenta realmente.— Nora hizo el aspic —mi
mamá le aseguró a Scott—. Pienso que todoestá listo. ¿Por qué no
comemos?Una vez sentados, juntamos las manos y mi mamá bendijo la
comida.—Cuéntame acerca de los departamentos en el vecindario —dijo la
Sra.Parnell, cortando la lasaña y deslizando la primera rebanada en el
plato deScott—. ¿Cuánto debo esperar pagar para dos habitaciones, dos
baños?—Depende de qué tan remodelado lo quieras —mi madre respondió—casi
todo en este lado del pueblo fue construido antes de 1900. Cuando
noscasamos, Harrison y yo miramos demasiados departamentos de dos
recámaraspoco caros, pero siempre había algo mal; hoyos en las paredes,
problemas decucarachas, o no se encontraban a poca distancia del parque.
Desde que quedéembarazada, decidimos que necesitábamos un lugar más
grande. Esta casaestuvo en el mercado por dieciocho meses y fuimos
capaces de conseguir untrato que consideramos demasiado bueno para ser
verdad —miró alrededor—.Harrison y yo, planeamos eventualmente hacer una
restauración completa,pero... pues... como saben...— inclinó la
cabeza.Scott aclaró su garganta.—Siento lo de tu papá, Nora. Aún
recuerdo a mi papá llamándome lanoche que sucedió. Estaba trabajando a
unas cuantas cuadras en una tienda deabarrotes. Espero que atrapen a
quien lo haya matado
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