viernes, 18 de septiembre de 2015

cecrendo del libro de hush hush

Crescendo

  1. 1. Agradecimientos.Con un gran esfuerzo y por colaboración de muchas chicas hemos conseguido estatraducción. Esperamos que la disfruten, pues es producto de pasión pura por la Saga.Somos un grupo de Fan’s que nos hemos reunido a traducir y estamos realmenteagradecidas por el apoyo de todos. ¡Gracias!Agradecimiento especial a: Lady Cornamenta, MeriSnz, Miss_Kathy, Fran Sepúlveda,Devito, Brown Eyes, ManneSkarsgard, Mommys Bad Girl, Anne, Lizzy Fuentes,Vick_Akasha, Andrea C, Camila, Naobichan, Vero, Gianinna, Pamela, Nenicita,Angie, Laura, The punishers, cYely Divinna, Andrea N, Daniela. Todas ellas nuestrasqueridas traductoras que nos facilitaron que esto fuese posible.Unas gracias con mención honrosa a Arianna quién nos consiguió el E-Book en inglés.Gracias a MeriSnz, Anne, Kokoro_Black, Arianna, FranSepulveda, Cunning_Angel yManneSkarsgard por editar los capítulos.Finalmente un agradecimiento aún más especial a las editoras finales…Cunning_Angel: Muchas gracias cariño por organizar esto, por conseguir acada una de las traductoras y desvelarte noches enteras para editar con granesfuerzo cada capitulo para que quedase perfecto, sin duda tu amor por Patchtuvo que ver en esto. Bendito sea Patch por hacerte tener un kilo de paciencia.Fran Sepúlveda: ¡Gracias por acompañarnos en las noches en vela! Porayudarnos a editar y súper editar cada capitulo, por corregir y tener tantapaciencia con el equipo, por estar siempre dispuesta a cooperar. Sin duda Patchte recompensará robándote parte de tus sueños, dejo la temática de ellos en lasmanos de este guardián, que él cuide de ti, sé que lo hará de maravilla.(Agradecimientos by: ManneSkarsgard)ManneSkarsgard: Más que gracias, deberían adorarte, diseño, traducción yedición. Si no te prendemos velas, es porque no queremos parecer una secta.Hiciste que nuestras noches de insomnio auto inducido se volviesen menostortuosas -aunque Patch tuvo bastante que ver en ello-. Fue simplemente unenorme placer compartir esta rica experiencia en tu compañía.(Agradecimientos by: Cunning_angel)(*) El fondo de este E-Book ha sido creado por Cunning_Angel yManneSkarsgard es por eso que aparece en la imagen de fondo el nombre de cada una,ya que la imagen les pertenece.
  2. 2. (*)Como fans no promocionamos la piratería, esta traducción es por el simple hechoque no soportamos la idea de esperar tanto por este libro. Pero cuando esté en tu país noolvides adquirirlo y honrar a la Saga, a Becca y a PATCH con el ORIGINAL.
  3. 3. Traducido por: cYely Divinna y Andrea N.Transcrito por: Adayansi Ramirez.Prólogo.Coldwater, MaineHace catorce mesesLos espinosos dedos del árbol de manzana arañaban los cristales de laventana detrás de Harrison Grey, moviendo las orejas de su perro como sifueran hojas, ya no era capaz de leer a través del estruendo. Un viento furiosode primavera se había lanzado contra la casa durante toda la noche, gritando,silbando y haciendo que las persianas se golpearan contra el listón con unarepetitiva explosión ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! El calendario quizás había cambiado amarzo, pero Harrison sabía que no debía pensar que la primavera estaba encamino. Con una tormenta soplando, él ni se sorprendería de encontrar elcampo de hielo congelado y blanco por la mañana.Para ahogar el grito agudo del viento, Harrison golpeó el mando adistancia apareciendo de Bonocini “Ombra mai fu”, luego puso otro leño alfuego preguntándose, no por primera vez, si hubiera comprado la casasabiendo la cantidad de combustible que necesitaba para mantenerse cálido eneste cuarto, por no hablar de los otros nueve.El teléfono sonó.Harrison lo tomó a la mitad del segundo timbre, esperando oír la voz de lamejor amiga de su hija, que tenia la mala costumbre de llamar a última hora dela noche para preguntar por la tarea.Una respiración rápida y superficial sonaba en su oído antes de una vozrompiera el silencio. —Tenemos que verte, ¿Qué tan pronto puedes estar aquí?— La voz flotó para Harrison como un fantasma de su pasado, dejándole loshuesos helados. Había pasado largo un tiempo desde que había oído la voz y loque escuchó solo podía significar que algo había salido mal. Terriblemente mal.Se dio cuenta de que la mano con la que sostenía el teléfono estaba cubierta ensudor y en una postura rígida.—Una hora —. Respondió rotundo.
  4. 4. Él tardo en colgar el auricular. Cerró los ojos, su mente viajaba sin querervolver. Hubo una vez, hace quince años, cuando se quedó paralizado alescuchar el timbre del teléfono, los segundos golpeaban como tamboresmientras esperaba la voz en el otro extremo. Con el tiempo, con un pacifico añosustituido por otro, él finalmente se convenció de que era un hombre que teníaque correr más rápido que los secretos de su pasado. Era un hombre que vivíauna vida normal, un hombre con una hermosa familia. Un hombre sin andaque temer.En la cocina, de pie sobre el fregadero, Harrison se sirvió un vaso de aguay lo arrojó hacia atrás por su garganta. En completa oscuridad, su reflejo ledevolvió la mirada desde ventana del frente. Harrison asintió con la cabeza,como para decirse a sí mismo que todo estaría bien, pero sus ojos estabancargados de mentiras.Se aflojó la corbata para aliviar la tensión en su interior que parecíaestirar su piel, y se sirvió una segunda copa. El agua nadaba con inquietuddentro de él, amenazando con volver arriba. Dejó el vaso en la cuenca delfregadero, buscó las llaves del coche en el mostrador vacilante, como si fuera acambiar de opinión.Harrison acercó el auto a la acera y apagó los faros, sentando en laoscuridad, fumando, vio la hilera de casas de ladrillos destartalados de losbajos barrios de Portland. Hacía muchos años —quince para ser exactos—desde que había puesto los pies en el barrio, y confiando en su memoriaoxidada, no estaba seguro de estar en el lugar correcto. Abrió la guantera y sacóun montón de hojas amarillentas. Monroe 1565, estaba a punto de girar el coche,pero el silencio en las calles le molestaba. Al tocar debajo de su asiento, sacó unrevólver Smith & Wesson cargado y lo guardó en la cintura de sus pantalonesen la parte baja de su espalda, no había apuntado un arma desde la universidady nunca fuera de un campo de tiro. La idea clara en su cabeza palpitabaesperando que aún pudiera decir lo mismo en una hora.Las suelas de los zapatos de Harrison sonaban con fuerza en el pavimentodesierto, pero no hizo caso al sonido, eligiendo en su lugar centrar su atenciónen las sombras proyectas por la luna plateada. Encogiéndose más en su abrigo,pasó los estrechos jardines de tierra encajonada por las vallas metálicas, lascasas más allá estaban a oscuras y en inquietante silencio. Dos veces habíasentido como si lo estuvieran siguiendo, pero cuando miró atrás no vio a nadie.
  5. 5. En el 1565 de Monroe, se alejó de la puerta y voló en círculos en torno a laparte trasera de la casa, llamó una vez y vio una sombra detrás moviendo lascortinas de encaje.La puerta estaba agrietada—Soy yo —, dijo Harrison, manteniendo la voz baja.La puerta se abrió apenas lo suficiente para admitirlo—¿Te han seguido? —le preguntó.—No.—Ella está en problemas.El corazón de Harrison se aceleró. —¿Qué tipo de problemas?—Una vez que ella cumpla dieciséis años él vendrá por ella, tienes quellevártela lejos, en alguna parte donde nunca pueda encontrarla.Harrison sacudió la cabeza. —No entiendo…Fue cortado por una mirada amenazante. —Cuando hicimos este acuerdote dije que habría cosas que no podrías entender. Dieciséis años es unamaldición, en mi mundo. Es todo lo que necesitas saber —, concluyóbruscamente.Los dos hombres se miraron uno a otro, hasta que al final Harrison asintiócauteloso con la cabeza.—Hay que cubrir sus pistas —, le dijeron. —Donde quieras que vayastienes que empezar de nuevo, nadie puede saber que provenía de Maine.Nadie. Nunca dejará de buscarla ¿Entiendes?—Yo entiendo. Pero, ¿Su esposa? ¿Nora?La visión de Harrison se adaptó a la oscuridad y observó con curiosaincredulidad que el hombre de pie delante de él parecía no parecía haberenvejecido ni un día desde su última reunión. De hecho, no había envejecido niun día desde la universidad, cuando se conocieron como compañeros de cuartoy se convirtieron en amigos rápidamente. ¿Un truco de las sombras? Harrison sepreguntó. No había nada más a que atribuirlo. Sin embargo una cosa habíacambiado. Había una pequeña cicatriz en la base de la garganta de su amigo.Harrison tomó una mirada más cercana a la desfiguración e hizo una mueca.Una quemadura, alzada y brillante, apenas más grande que un cuarto, era laforma de un puño cerrado, para su sorpresa y su horror se dio cuenta que suamigo había sido marcado, como ganado.Su amigo sintió la dirección de la mirada de Harrison, y sus ojos sevolvieron de acero, a la defensiva. —Hay gente que me quiere destruir. Quequiere desmoralizar y deshumanizarme. Junto con un amigo de confianza, heformado una sociedad. Más miembros están poniéndose en marcha todo el
  6. 6. tiempo —, se detuvo a mitad de la respiración, como si no estuviera seguro decuanto más debía decir, entonces terminó bruscamente. —Nosotros los de lasociedad estamos organizados para darnos protección y he jurado lealtad a ella.Si me conoces tan bien como lo hiciste alguna vez, sabes que voy a hacer lo quesea para proteger mis intereses —, hizo una pausa y añadió. —Y mi futuro.—Ellos te marcaron —, dijo Harrison, esperando que su amigo no notarala repulsión que se estremecía a través de él.Su amigo simplemente lo miró.Después de un momento Harrison asintió con la cabeza, señalando queentendía, aunque no lo aceptaba. Cuanto menos sabía, mejor. Su amigo lo habíadejado claro muchas veces. — ¿Hay algo que pueda hacer?—Solo manténla a salvo.Harrison se ajustó las gafas hasta el puente de la nariz. Comenzó contorpeza. —No, pensé que te gustaría saber que está creciendo sana y fuerte. Lallamamos Nor…—No quiero que me recuerdes su nombre —. Su amigo interrumpióseveramente. —He hecho todo lo que está en mi poder para acabar con ella enmi mente. No quiero saber nada de ella. Quiero que mi mente esté libre decualquier rastro de ella, así no tengo nada que dar a ese bastardo —. Le dio laespalda, y Harrison tomo el gesto en el sentido de que la conversación habíaterminado. Harrison se detuvo un momento, con tanta preguntas en la punta dela lengua, pero al mismo tiempo, sabiendo que nada bueno resultaría de esto.Reprimiendo su necesidad de dar sentido a este mundo de tinieblas endonde su hija no había hecho nada para merecerlo, se alejó.Había caminado tan solo media cuadra cuando una bala atravesó la noche.Instintivamente Harrison cayó al suelo y se volvió. Su amigo. Un segundodisparo fue despedido y sin pensarlo, corrió en una carrera de muerte devuelta hacia la casa. Empujó a través de la puerta y corrió alrededor del patiolateral. Había redondeado casi la última curva cuando las vocesargumentando lo hicieron detenerse. A pesar del frío, estaba sudando. El patioestaba envuelto en la oscuridad, y avanzó a lo largo del muro del jardín,cuidando de no patear las piedras sueltas, hasta que la puerta de atrás estuvo ala vista.—Última oportunidad —, dijo una suave y tranquila voz que Harrison noreconoció.
  7. 7. —Vete al infierno —, escupió su amigo.Una tercera bala, su amigo rugió de dolor y el tirador habló de nuevo. —¿Dónde está ella?El martilleo del corazón de Harrison le indicaba que tenía que actuar.Otros cinco segundos y podía ser demasiado tarde. Deslizó la mano al final dela espalda y sacó la pistola. Entregándose a su constante control, se dirigióhacia la puerta, se acercó al tirador de pelo oscuro por detrás. Harrison vio a suamigo más allá del tirador, pero cuando hizo contacto, la expresión de suamigo estaba llena de alarma.¡Vete!Harrison oyó la orden de su amigo tan fuerte como una campana y por unmomento creyó que había gritado en voz alta, pero cuando el tirador no giróse sorprendió, Harrison se dio cuenta de lo confusamente fría que había sonadola voz de su amigo dentro de su cabeza.No, Harrison pensó en silencio con un movimiento de cabeza, su sentidode lealtad prevalecía, sobre lo que no podía entender. Este era el hombre conel que había pasado los mejores cuatro años de su vida. El hombre que lepresentó a su esposa. Él no iba a dejarlo aquí, en las manos de un asesino.Harrison apretó el gatillo. Oyó el ensordecedor disparo y espero a que eltirador cayera. Harrison se encontraba realmente asustado. Tenía miedo deljoven delante de él, pistola en mano.Miedo de la muerte, miedo de qué sería de su familia.Sintió los disparos rasgar a través de él con un fuego abrasador queparecía romperse en mil pedazos. Se dejó caer de rodillas. Vio el rostro de suesposa a través de su visión borrosa, seguido del de su hija. Abrió la boca, consus nombres en los labios y trató de decir lo mucho que las amaba antes de quefuera demasiado tarde.El joven tenía las manos sobre Harrison ahora, lo arrastró hacia elcallejón en la parte trasera de la casa. Harrison podía sentir la concienciadejándolo mientras luchaba por conseguir sus pies debajo de él. Él no podíadejar a su hija. No había nadie quien la protegiera. Este tirador de pelo negrola buscaría y si su amigo tenía razón la mataría.
  8. 8. —¿Quién eres? —preguntó Harrison, las palabras causaron que el fuego sepropagara a través de su pecho.Se aferró a la esperanza de que aún había tiempo. Tal vez podíaadvertir a Nora desde el otro mundo —un mundo que se acercaba a él comouna caída de mil plumas pintadas de negro.El joven vio a Harrison por un momento antes de que la más débil de lassonrisas rompiera la expresión de duro hielo. —Pensaste mal. Es,definitivamente, demasiado tarde.Harrison alzó bruscamente la cabeza, sorprendido de que el asesinohabía adivinado sus pensamientos, y no pudo evitar preguntarse cuantasveces el joven había estado en la misma posición antes de adivinar lospensamientos finales de un moribundo. No pocas.Como para practicar hasta que punto había practicado, el joven apuntócon el arma sin un solo temblor de vacilación, y Harrison se encontró mirandoel cañón del arma. La luz del disparo estalló, y fue la última imagen que vio.
  9. 9. Traducido por: cYely Divinna y Andrea N.Transcrito por: Adayansi Ramirez.Capitulo 1Delphic Beach, MaineDía presente.Patch estaba parado detrás de mí, sus manos en mis caderas, su cuerporelajado. Él estaba de pie dos pulgadas sobre su metro ochenta y dos de alto ytenía un delgado y atlético cuerpo que incluso los jeans holgados y la camisetano podían ocultar. El color de su cabello hacía que la medianoche perdiera sudinero, con ojos que combinaban. Su sonrisa era sexy y advertía problemas,pero decidí que no todos los problemas eran malos. Por encima de nosotros, losfuegos artificiales iluminaban el cielo nocturno, lloviendo corrientes de coloresen el Atlántico.La multitud hacía ohh y ahh. Era un junio tardío, Maine estaba saltandohacia el verano con ambos pies, celebrando el comienzo de dos meses de sol,arena y turistas con los bolsillos llenos. Yo estaba celebrando dos meses desol, arena, y una cantidad de tiempo exclusivo para Patch. Me inscribí en uncurso de escuela de verano —química— y tenía toda la intención de dejar quePatch monopolizara el resto de mi tiempo libre.El departamento de bomberos se estaba encargando de los fuegosartificiales en el muelle que no podían estar más lejos de cientoochenta metrosde la playa donde nosotros estábamos parados, y sentí el bramido de cadavibración en la arena debajo de mis pies. Las olas chocaban en la playa justodebajo de la colina, y la música del carnaval tintineaba a todo volumen. El olordel algodón de azúcar, palomitas de maíz y carne caliente colgaba espesamenteen el aire, y mi estómago me recordó que no había comido desde el almuerzo.—Voy a buscar una hamburguesa de queso —, le dije a Patch. —¿Quieresalgo?—Nada de lo que está en el menú.Sonreí. —¿Por qué Patch, estás coqueteando conmigo?—Él beso la cima de mi cabeza. —Todavía no. Yo iré por tu hamburguesade queso. Disfruta el resto de los fuegos artificiales.Enganche una de las tiras de su cinturón para detenerlo. —Gracias, peroya lo ordeno yo. No puedo soportar la culpa.Enarcó sus cejas con interrogación.
  10. 10. — ¿Cuándo fue la última vez que la chica en el puesto de hamburguesaste dejo pagar por comida?—Ha paso tiempo.—Nunca ha pasado. Quédate aquí. Si te ve, pasaré el resto de la nochecon conciencia culpable.Patch abrió su billetera y sacó un billete de veinte. —Déjale una buenapropina.Fue mi turno para enarcar las cejas.— ¿Estás tratando de redimirte por todas las veces que tomaste comidagratis?—La última vez que pague, ella me persiguió y empujo el dinero en mibolsillo.Estoy intentando evitar otro toque.Sonaba como si fuera inventado, pero conociendo a Patch,probablemente fuera verdad.Busqué el final de una larga fila que le daba la vuelta al puesto dehamburguesas, y lo encontré cerca de la entrada del carrusel interno.Juzgando por el tamaño de la fila, estimaba que esperaría unos quinceminutos para pedir mi orden. Había un solo puesto de hamburguesa en todala playa. Se sentía anti-americano.Después de unos pocos minutos de espera sin descanso, di la quedebería ser mi décima mirada aburrida cuando vi a Marcie Millar paradados puestos detrás de mí. Marcie y yo habíamos ido juntas a la escueladesde el jardín de infancia, y los once años de eso, había visto mas de ella delo que me importaría recordar. En la secundaria, el usual Modus Operandi deMarcie fue robar mi sostén de mi casillero del gimnasio y pegarlo en lapizarra del boletín que estaba afuera de la oficina principal, peroocasionalmente era creativa y lo usaba como centro de mesa en la cafetería—llenando amabas copas con pudín de vainilla y encabezadas con cerezas almarrasquino. Elegante, lo sé. Las faldas de Marcie eran dos tallas demasiadopequeñas y cinco centímetros demasiado cortas. Su cabello era rubio fresa, yella tenía la figura de paleta de helado— modelaba por ambos lados yprácticamente desaparecería. Si hubiera un pizarrón manteniendo los triunfosy derrota entre nosotras, estaba segura que Marcie tenía el doble de mipuntuación.—Hey. —dije, atrapando su mirada sin querer y no viendo ningúncamino de alejarme de su mínimo saludo.—Hey. — dijo de vuelta en lo que parecía ser un tono cortés.
  11. 11. Ver a Marcie en Delphic Beach esta noche era como jugar a ¿Qué estámal en esta foto esta?1El papá de Marcie era el dueño de Toyota en Coldwater, su familia vivíaen un vecindario de lujo a un lado de la colina, y los Millars estabanorgullosos de ser los únicos ciudadanos de Coldwarter que eran bienvenidosen el club de Yates de Harraseeket. En este mismo momento los padres deMarcie estaban en Freeport2, corriendo veleros y horneando salmón. Encontraste, Delphic era una playa ordinaria. El pensamiento del club de yatesera risible.El único restaurante venia en forma de un puesto de hamburguesahecho de madera donde podías escoger la salsa de tomate o mostaza. En unbuen día, las patatas fritas eran ofrecidas con la mezcla. El entretenimiento seinclinaba entre fuerte arcadas y carritos chocadores, y después de oscurecer, elestacionamiento era conocido por oler más a drogas que una farmacia. No esel tipo de atmosfera con que el Sr. y la Sra. Millar les gustaría que su hija secontaminara a sí misma.—¿Nos podríamos mover más lento, gente? —le gritó Marcie a la fila. —Algunos de nosotros nos estamos muriendo de hambre aquí atrás.—Solo hay una persona trabajando en el mostrador —, le dije.— ¿Entonces? Deberían contratar a más personas. Oferta y demanda.Dado su promedio de notas, Marcie era la última persona que deberíaestar recitando economía.Diez minutos después hice un progreso y me paré suficientemente cercaal puesto de hamburguesas para leer la palabra MOSTAZA escrita conmarcador mágico negro en la común botella amarilla. Detrás de mí, Marciehizo todo el asunto de cambiar-de-peso-entre-la-arena- suspirando.—Estoy famélica con F mayúscula —. Se quejó.El tipo delante de mí en la fila pagó y cargó su comida.—Una hamburguesa de queso y una coca-cola —le dije a la chicatrabajando en el puestoMientras iba a la parrilla haciendo mi orden, me volví hacia Marcie.—Entonces ¿Con quién estas aquí? —no me importaba particularmentecon quien había venido, especialmente porque no compartíamos ningúnamigo, pero mi sentido de cortesía sacó lo mejor de mí.1Juego de niños en los que se le muestra fotos a los niños que aparentemente están normal, pero quetiene algo incorrecto que no se ve a simple vista. Sirve para ejercitar cerebro y memoria.2Cuidad y distrito perteneciente al archipiélago de las Bahamas, en la isla la Gran Bahama. Lacuidad es la mayor de la isla, y la segunda del país, por detrás de la capital, Nassau, su población esde 47.058 habitantes.
  12. 12. Además Marcie no me había hecho nada abiertamente grosero ensemanas. Y estuvimos paradas en relativa paz los últimos quince minutos. Talvez ese era el comienzo de una tregua, que se quede en el pasado y todo eso.Ella bostezó, como si hablar conmigo fuera lo más aburrido queesperar una fila y mirar la parte de atrás de las cabezas de la gente.—Sin ofender, pero no estoy de ánimo conversador. He estado en estafila por lo que se ha sentido como cinco horas, esperando a una chicaincompetente que obviamente no puede cocinar dos hamburguesas a la vez—. La chica atrás del mostrador tenía la cabeza agachada, concentrándose enpelar la carne de hamburguesas pre-hechas del papel encerado, pero sabía queella lo había escuchado. Probablemente odia su trabajo. Probablemente escupíasecretamente en las carnes de hamburguesas cuando se daba la vuelta. Yo noestaría sorprendida si al final de su turno, fuera a su carro y llorara.—¿A tu papá no le molesta que estés pasando un rato en Delphic Beach?—le pregunté a Marcie, entrecerrando mis ojos muy ligeramente. —Podríasarruinar la estimable reputación de la familia Millar. Especialmente ahora quetu papá ha sido aceptado en el club de Yates Harraseeket.La expresión de Marcie, se enfrió. —Me sorprende que a tu papá no leimporte que estés aquí. Oh, espera, es cierto. Está muerto.Mi primera reacción fue de sorpresa. Mi segunda reacción de indignaciónpor su crueldad. Un nudo de ira se formó en mi garganta.—¿Qué? —. Razonó ella con un encogimiento de hombros. —Estámuerto. Es un hecho ¿Quieres que mienta sobre los hechos?— ¿Qué te he hice?—Naciste.Su completa falta de sensibilidad me sacudió de adentro hacia afuera,tanto así que no tuve una respuesta a su insulto. Arrebaté mi hamburguesade queso y coca-cola del mostrador, dejando el billete de veinte en su lugar.Quería desesperadamente apurarme e ir hacia Patch, pero esto era entreMarcie y yo. Si apareciera ahora, mi rostro le diría a Patch que algo andabamal, no necesitaba arrastrarlo a esto. Tomando un momento a solas pararecobrarme a mí misma, encontré un banco a la vista del puesto dehamburguesas y me senté lo más elegante que pude, no queriendo dar podera Marcie de arruinar mi noche. La única cosa que podía hacer peor estemomento era saber que ella me estaba viendo, satisfecha de haberme metidoen un pequeño agujero negro de auto-lastima. Tome un mordisco de mihamburguesa de queso, pero tuve un mal sabor en la boca. Todo en lo quepodía pensar era en carne muerta. Vacas muertas. Mi propio padre muerto.Boté la hamburguesa de queso en la basura y seguí caminando,sintiendo las lagrimas deslizarse por la parte de atrás de mi garganta.
  13. 13. Abrazando mis brazos apretadamente a mis codos, me apresure a lacabaña de los baños en el borde del estacionamiento, esperando lograr llegardetrás de la puerta de una caseta antes de que las lágrimas empezaran a caer.Había una línea goteando constantemente fuera del baño de mujeres, perobordee mi camino a través de la puerta y me posicioné a mi misma enfrentede uno de los espejos cubiertos de suciedad. Incluso debajo de la bombilla debajo voltaje podía decir que mis ojos estaban rojos y vidriosos.Humedecí una toalla de papel y la presioné contra mis ojos. ¿Cuál era elproblema con Marcie? ¿Qué le había hecho que fuera lo suficientemente cruelpara merecer esto? Hice unas cuantas respiraciones estabilizantes, cuadreémis hombros y construí una pared de ladrillos en mi mente, colocando aMarcie en el lado más lejano de ella. ¿Qué me importa lo que ella dijera? Nisiquiera me caía bien. Su opinión no significaba nada. Ella era ruda y soloestaba interesada en atacar debajo del cinturón. No me conocía, ydefinitivamente no conocía a mi papá.Llorar por cualquier palabra que saliera de su boca era un desperdicio.Supéralo, me dije a mí misma.Esperé hasta que el borde enrojecido de mis ojos se desvaneció antes dedejar el baño. Vagué por la multitud, buscando a Patch, y lo encontré en unode los juegos de lanzar la pelota, con su espalda hacia mí. Rixon estaba a sulado, probablemente apostando dinero en la inhabilidad de Patch en golpearun único pin de boliche. Rixon era un ángel caído que tenía una largahistoria con Patch, y sus vínculos corrían profundos hasta el punto de ser unahermandad. Patch no dejaba que mucha gente entrara a su vida, y confiabaen menos personas, pero si había alguien que conocía todos sus secretos, eseera Rixon.Hasta hace dos meses, Patch también había sido un ángel caído. Luegoel salvó mi vida, ganando de nuevo sus alas, y se convirtió en mi ángelguardián. Se supone que él ahora juega para los chicos buenos, pero yosentía secretamente que su conexión con Rixon y el mundo de los ángelescaídos, significaba más para él. E incluso aunque no quería admitirlo, sentíaque se arrepentía de la decisión de los arcángeles en hacerlo mi ángelguardián. Después de todo eso no era lo que él quería.Él quería convertirse en humano.Mi celular sonó, sacándome de mis pensamientos. Era el tono de llamadade mi mejor amiga Vee, pero dejé que el buzón de voz tomara su llamada. Conun apretón de culpa, vagamente noté que era la segunda llamada que evitabahoy. Justifiqué mi culpa con el pensamiento de que verla sería la primeracosa que haría mañana. A Patch, por otro lado, no lo vería hasta en la tarde.Planeaba disfrutar cada minuto que tuviera con él.
  14. 14. Lo observe tirar la pelota a una mesa con seis pinos de bolosprolijamente alineados, mi corazón se agitó un poco cuando su camiseta sedeslizó por su espalda, revelando una raya de piel. Sabia por experiencia quecada centímetro de él era músculo definido y duro. Su espalda era suave yperfecta también, las cicatrices de cuando cayó fueron remplazada por alas —alas que yo, y todos los otros humanos no podíamos ver.—Cinco dólares a que no puedes hacerlo de nuevo —, dije, apareciendoatrás de él.Patch miró hacia atrás y sonrió. — No quiero tu dinero Ángel.—Hey ahora, niños, vamos a mantener esta discusión en un rango queimplique solo besos —, dijo Rixon.—Todos los tres pinos restante —reté a Patch.— ¿De qué clase de premio estamos hablando? —preguntó él.—Demonios —, dijo Rixon. — ¿Esto no puede esperar hasta que esténsolos?Patch me dio una sonrisa secreta y luego cambio su peso hacia atrás,acunando la pelota contra su pecho. Movió su hombro derecho, estiró subrazo, y envió la pelota volando lo más fuerte que pudo. ¡Hubo un ruidosoestallido! Y los tres pinos restantes se dispersaron de la mesa.—Sí, estas en problemas chica —gritó Rixon por encima de la conmocióncausada por un montón de espectadores, quienes le estaban aplaudiendo ysilbando a Patch.Patch se inclinó hacia atrás contra la cabina me arqueó las cejas. Elgesto decía todo: Págame.—Tuviste suerte —dije.—Estoy a punto de tener suerte.3—Escoge un premio —le ladró el anciano encargado de la cabina a Patch,agachándose a recoger los pinos que habían caído.—El oso morado —dijo Patch, y aceptó un osito horrible con una espesapiel morada. Él lo sostuvo para mí.—Para mí —dije, presionando una mano contra mi corazón—Te gustan los rechazados. En el supermercado siempre eliges las latasabolladas. Estuve presentado atención —. Enganchó sus dedos en la banda dela cintura de mis jeans y me atrajo más cerca de él. —Salgamos de aquí.— ¿Qué tienes en mente? —pero estaba completamente caliente yagitada por dentro, porque sabía exactamente lo que tenía en mente.—Tú casa.Sacudí mi cabeza. —No va a pasar. Mi mamá está en casa. Podríamos ira tu casa —insinué.3“Estoy a punto de tener suerte” en original “I’m about to get lucky” es una expresión que eninglés significa, esencialmente , estar a punto de tener sexo.
  15. 15. Habíamos estado juntos dos meses, y aun no sabía donde vivía Patch.Y no era por falta de intentos. Dos semanas parecían ser suficientementelargas para ser invitada a ir, especialmente porque Patch vivía solo. Dos mesesparecía ser excesivo. Estaba intentando ser paciente, pero mi curiosidad seguíainterponiéndose en mi camino. No sabía nada acerca de los privados e íntimosdetalles de la vida de Patch, como el color de la pintura de sus paredes. Si suabridor de latas era eléctrico o manual. La clase de jabón con la que se bañaba.Si sus sabanas eran de algodón o de seda.—Déjame adivinar —, dije. —Vives en un componente secreto debajo dela cuidad.—Ángel.—¿Hay platos en el lavabo? ¿Ropa interior sucia en el piso? Es muchomás privado que mi casa.—Es cierto, pero la respuesta todavía es no.—¿Rixon conoce tu casa?—Rixon necesita conocerla.—¿Yo no necesito conocerla?Su boca se torció. —Hay un lado oscuro que no necesitas conocer.—Si me la muestras, ¿Tendrías que matarme? —adiviné.El envolvió sus brazos a mí alrededor y besó mi frente. —Losuficientemente cerca, ¿A qué hora es tu toque de queda?—A las diez , la escuela de verano comienza mañana —eso, y que mimamá había tomado un trabajo de medio tiempo buscando posibilidades delanzar el cuchillo entre Patch y yo. Si hubiera salido con Vee, podría decir conabsoluta seguridad que mi toque de queda se habría extendido hasta las dieztreinta. No podía culpar a mi mamá por no confiar en Patch, hubo un punto enmi vida en el que yo me sentí similar, pero hubiese sido extremadamenteconveniente si lo hiciera ahora y luego relajara su vigilancia.Como, digamos, esta noche. Además, nada me va a pasar. No con miÁngel guardián parado a centímetros de mí.Patch miró su reloj. —Es momento de irnos.A las 10:04 Patch hizo una vuelta en U frente de la granja y se estacionócerca del buzón de correo. Apagó el motor y las luces de los faros,dejándonos solo en la oscura naturaleza. Nos sentamos así por mucho tiempoantes de que él dijera. —¿Por qué estas tan callada Ángel?Instantáneamente le presté atención. —¿Estaba siendo callada? Soloprestaba atención a mis pensamientos.Una sonrisa que-apenas-estaba-ahí curvó la boca de Patch. —Mentirosa,¿Qué está mal?—Eres bueno —dije perceptivamente.Su sonrisa se amplió una fracción. —Realmente bueno.
  16. 16. —Huí de Marcie Millar del puesto de las hamburguesas —admití. Erademasiado mantener mis problemas para mí misma. Obviamente todavíaestaban latentes debajo de la superficie. Pero por otro lado, si no podía hablarcon Patch ¿Con quién podría hacerlo? Hace dos meses nuestra relaciónenvolvía un montón de besos espontáneos dentro de nuestros carros, fuera denuestros carros, debajo de las gradas, encima de la mesa de la cocina. Tambiénincluían un montón de manos extraviadas en el cuerpo del otro, cabellosdespeinados, y brillos de labios corridos.Pero era mucho más que eso ahora. Me sentía conectadaemocionalmente con Patch. Su amistad significaba mas para mí que cienencuentros casuales. Cuando mi papá, murió dejo un enorme vacío dentro demí que amenazaba con comerme desde dentro hacia fuera. El vacío seguíaahí, pero el dolor no cortaba ni la mitad de profundo. No vi el punto de seguircongelada en el pasado, cuando tenía todo lo que quería en este momento. Ytenía que agradecer a Patch por eso.—Ella tuvo el suficiente tacto como para recordarme que mi papá estámuerto.—¿Quieres que hable con ella?—Eso suena como el Padrino.—¿Cómo empezó la guerra entre ustedes dos?—Esa es la cosa. Ni siquiera yo lo sé. Solo solía ser acerca de quiénobtenía la última leche chocolatada en la cafetería. Luego un día en lasecundaria Marcie fue a la escuela y pinto con spray “puta” en mi casillero.Ni siquiera intentó ser cautelosa sobre ello. Toda la escuela lo supo.—¿Ella se volvió loca así como así? ¿Sin razón?—Sip —ninguna razón de la que yo tuviera conciencia, de todos modos.Él puso uno de mis rizos detrás de mi oreja. — ¿Quién va ganando laguerra?—Marcie, pero no por mucho.Su sonrisa creció. —Ve por ella, tigre.—Esa es otra cosa ¿Puta? En la secundaria ni siquiera había besado aalguien. Marcie debió haber pintado con spray su propio casillero.—Empiezas a sonar como si estuvieras colgada Ángel —. Deslizó sudedo debajo del tirante de mi top sin mangas, su toque envió electricidadzumbando por mi piel. —Apuesto que puedo alejar de tu mente a Marcie.Unas pocas luces estaban brillando en el nivel superior de la granja, perocomo no vi el rostro de mamá presionado contra ninguna de las ventanas,supuse teníamos algo de tiempo. Desabroché mi cinturón y me doblé através de la consola, encontrando la boca de Patch en la oscuridad. Lo besélentamente, saboreando el sabor de sal de mar en su piel. Él se habíaafeitado esta mañana, pero ahora su barba raspó en mi barbilla, su boca rozó
  17. 17. mi garganta y sentí un toque de su lengua, causando que mi corazón latieracontra mis costillas.Su beso se movió hacia mi hombro desnudo, él movió el tirante de mitop sin mangas hacia abajo y frotó su boca hacia abajo por mi brazo. Justoentonces quería estar lo más cerca de él que pudiera. Nunca quería que sefuera. Lo necesitaba en mi vida justo ahora, y mañana, y el día después. Lonecesitaba como no había necesitado a nadie.Me arrastré por encima de la consola sentándome con una pierna acada lado de su regazo. Deslicé mis manos por arriba de su pecho,agarrándolo por el cuello y empujándolo hacia mí. Sus brazos abrazaron micintura, encerrándome contra él, y me acurruqué más profundamente.Atrapada en ese momento, deslicé mis manos por debajo de su camiseta,pensando únicamente en como amaba la sensación de calor de su cuerpoextendiéndose por mis manos. Tan pronto como mis dedos rozaron el lugaren su espalda donde sus alas solían estar, una luz distante explotó en laparte de atrás de mi mente. Oscuridad, perfecta, rota por la luz segadora. Eracomo el fenómeno cósmico en el espacio a millones de metros de distancia.Sentí mi mente siendo aspirada dentro de la de Patch, dentro de todos de losmiles de recueros almacenados ahí, cuando repentinamente lo sentí tomar mimano y deslizarla hacia abajo, lejos del lugar donde sus alas se unían consu espalda, y todo agudamente volvió a la normalidad.—Buen intento —murmuró, con sus labios rozando los míos mientrashablaba.Mordisqueé su labio inferior. —Si pudieras ver mí pasado solo tocandomi espalda, tendrías un momento difícil resistiendo la tentación también.—Tengo un momento difícil manteniendo mis manos alejadas de ti enestos momentos.Me reí, pero mi expresión rápidamente se volvió seria. Incluso con unaconcentración considerable, difícilmente podía recordar cómo había sido mivida sin Patch. En la noche cuando me recostaba en mi cama, podía recordarcon claridad el bajo timbre de la risa de Patch, la manera en que su sonrisa securva más arriba a la derecha, el toque de sus manos —calientes, suavesdeliciosas en mi piel— Pero era solo con un serio esfuerzo que podía elegirrecuerdos anteriores a los dieciséis años. Tal vez porque esos recuerdospalidecían en comparación con Patch. O tal vez porque no había nada buenoen absoluto.—Nunca me dejes —dije a Patch enredando un dedo en el collar de sucamiseta empujándolo más cerca.—Eres mía Ángel —murmuró, rozando las palabras a través de mimandíbula, mientras arqueaba mi cuello mas altamente, invitándolo a besarlotodo. —Me tienes para siempre.
  18. 18. —Demuéstralo —dije solemnemente.Él me estudió un momento, luego buscó debajo de su cuello ydesabrochó la plana cadena de plata que usaba desde el día que lo conocí. Notenía idea de donde salió la cadena, o el significado detrás de ella, pero sentíque era importante para él. Era la única pieza de joyería que usaba y lamantenía metida debajo de su camisa, al lado de su piel, nunca le había vistoquitársela.Sus manos se deslizaron a mi nuca, donde el abrochó la cadena. El metalcayó en mi piel, todavía cálido por la de él.—Me dieron esto cuando era un arcángel —dijo. —Para ayudarme apercibir la verdad de la decepción.La toqué gentilmente, sorprendida por su importancia. — ¿Todavíafunciona?—No para mí —entrelazó nuestros dedos y giró mi mano para besar misnudillos. —Es tu turno.Me quité el pequeño anillo de cobre del dedo medio de mi manoizquierda y lo sostuve para él, un corazón estaba tallado a mano en el suavelado debajo del anillo.Patch sostuvo el anillo entre sus dedos, examinándolo silenciosamente—Mi papá me lo dio la semana antes de que fuera asesinado —dije.Los ojos de Patch se cerraron con un golpe rápidamente. —No puedoaceptar esto.—Es la cosa más importante en el mundo para mí, quiero que lo tengas—cerré sus dedos, envolviéndolos alrededor del anillo.—Nora —dudo. —No puedo aceptarlo.—Prométeme que lo guardarás. Prométeme que nunca nada seinterpondrá entre nosotros —mantuve la mirada en sus ojos, rehusándome adejar que él se apartara. —No quiero estar sin ti. No quiero que esto acabenunca.Los ojos de Patch eran negros como una pizarra, más oscuros que unmillón de secretos apilados encima de nosotros. Él bajo la mirada al anillo ensu mano, volteándolo lentamente.—Júrame que nunca dejaras de amarme —susurré.Aunque ligeramente, él asintióMe apoderé de su cuello y lo empujé hacia mí, besándolo másfervientemente, sellando la promesa entre nosotros, cerré mis dedos contralos suyos, el agudo borde del anillo cortando nuestras palmas. Nada de loque hice parecía llevarme lo suficientemente cerca, ninguna cantidad de élera suficiente. El anillo se enterró más profundamente en mi mano, hasta queestuve segura que había roto nuestra piel. Una promesa de sangre.
  19. 19. Cuando pensé que mi pecho podía colapsar por falta de aire, me aleje,descansando mi frente contra la suya. Mis ojos cerrados, mi respiracióncausaba que mis hombros se elevaran y cayeran. —Te amo —murmuré. —Másde lo que creo que debería.Esperé a que respondiera, pero en vez de eso su agarre en mi se apretó,casi de manera protectora. Volteó su cabeza hacia los bosques a través de lacarretera.—¿Qué está mal?— pregunté.—Escuché algo.—Esa era yo diciendo que te amo —dije, sonriendo mientras trazaba suboca con mi dedo.Esperé que me devolviera la sonrisa, pero sus ojos todavía estaban fijos enlos árboles, por lo que se desplazaban sombras mientras sus ramas seestremecían con la brisa.—¿Qué hay ahí afuera? —pregunté, siguiendo su mirada. —¿Un coyote?—Algo no está bien.Mi sangre se congeló, y me deslicé fuera de su regazo. —Estas empezandoa asustarme ¿Es un oso?No habíamos visto osos en años, pero la granja está ubicada en laesquina más alejada de la cuidad y los osos eran conocidos por acercarse a lacuidad luego de hibernar, cuando están hambrientos y buscando comida.—Prende las luces de los faros y toca la bocina. —dije, orientando mis ojosa los bosques, busqué movimiento. Mi corazón se aceleró un poco, recordandola vez que mis padres y yo habíamos vistos desde las ventana de la granja comoun oso mecía nuestro carro, oliendo la comida dentro.Detrás de mí, las luces del porche se encendieron. No necesitaba girarmepara saber que mi mamá estaba parada en la puerta, frunciendo el ceño ygolpeando el suelo con el pie.—¿Qué es? —le pregunté a Patch una vez más. —Mi mamá está saliendo.¿Está segura?— Él prendió el motor y puso el Jeep en marcha.—Entra hay algo que debo hacer.—¿Entrar? ¿Estás bromeando? ¿Qué está pasando?—¡Nora! —gritó mi mamá, bajando los escalones, su tono fue grave. Ellase detuvo a metro y medio del jeep y me hizo señas para que bajara la ventana.—¿Patch? —intenté de nuevo.—Te llamo luego.Mi mamá tiró de la puerta para abrirla. —Patch —reconoció secamente.—Blythe —Él dio un asentimiento distraído.Ella se volteó hacia mí. —Llegas cuatro minutos tarde.—Estuve cuatro minutos más temprano que ayer.
  20. 20. —Rodar minutos no funciona con los toques de queda. Adentro. Ahora.No queriendo irme hasta que Patch me respondiera, pero no viendomuchas opciones, le dije. —Llámame.Él asintió, una vez, pero la singular concentración de sus ojos me dijoque sus pensamientos estaban en otro lado. Tan pronto como estuve fuera delcarro y en tierra firme, el jeep rápidamente se puso en movimiento haciadelante, no perdiendo tiempo en acelerar. Donde quiera que Patch estuvierayendo, estaba apurado.—Cuando te doy un toque de queda, espero que lo mantengas —dijomamá.—Cuatro minutos tarde —dije, con mi tono sugiriendo que tal vez ellaestaba exagerando.Eso me ganó una mirada que tenía su desaprobación estampada. —Elaño pasado tu papá fue asesinado. Hace un par de meses, tú tuviste tupropio roce con la muerte. Creo que me he ganado el derecho de sersobreprotectora —ella camino rígidamente hacia la casa con los brazos sujetosa su pecho.Ok, ahora era su hija sin sentimientos e insensible. Punto captado.Volteé mi atención al camino de árboles en el borde de la carreteraopuesta.Nada se veía fuera de lo ordinario. Espere un escalofrió que meadvirtiera que había algo por allá, algo que no podía ver, pero no sentí nada.Una cálida brisa de verano crujía al pasar, el sonido de las cigarras llenando elaire. Si algo, el bosque se veía pacifico debajo del plateado brillo de luz de laluna.Patch no había visto nada en los bosques. Él se fue porque yo dije dosmuy grandes, y muy estúpidas palabras, que se había derramado antes deque pudiera detenerlas.¿En que había estado pensando? No ¿Qué había pasado con Patchahora? ¿Él se había ido manejando para huir de tener que responderme?Estaba bastante segura de que conocía la respuesta. Y estaba segura de queexplicaba porque fuí dejada observando la parte de atrás de su Jeep.
  21. 21. Traducido por: Lizzy Fuentes.Capitulo 2En los últimos once segundos, había estado acostada bocabajo, abrazandola almohada sobre mi cabeza, tratando de evadir al informe del tránsito deChuck Delaney del centro de Portland, el cual venía alto y claro través de mi relojdespertador. Asimismo, estaba tratando de obstaculizar la parte lógica de micerebro, aquella que gritaba que ya me vistiera, pues de lo contrario tendríarepercusiones si no lo hacía. Pero la parte hedonista de mi cerebro ganó. Misueño se aferró, o más bien, al tema de mi sueño. Él tenía el pelo negro,ondulado, y una sonrisa de asesino. En ese momento, él estaba sentado atrás desu motocicleta y yo estaba sentada mirando hacia adelante, nuestras rodillas setocaban. Acurruqué mis dedos en su camisa y tiré de ella para obtener un beso.En mi sueño, Patch sentía cuando lo besaba. No sólo a nivel emocional,sino también en el real, ese toque físico. En mi sueño, él llegaba a ser máshumano que ángel. Puesto que los ángeles no pueden sentir la sensación física –y yo sabía eso–, pero en mi sueño, quería que Patch sintiera la presión suave ysedosa de nuestros labios en plena conexión. Quería que sintiera mis dedosentrelazando su cabello, presionándolo. Necesitaba que sintiera el emocional einnegable campo magnético tirando de cada molécula de su cuerpo hacia elmío.Al igual que yo lo hice.Patch pasó su dedo por la cadena de plata que traía en mi cuello, su toqueenvió un escalofrío de ondulante placer a través de mí.—Te amo —murmuró.Arrastré las yemas de mis dedos hasta su duro abdomen, me apoyé en él,deteniéndome justo antes de un beso. Yo te amo más, dije rozando su bocamientras hablaba.Sólo que las palabras no salieron. Se quedaron atrapadas en mi garganta.Patch esperó a que respondiera con su sonrisa vaciante.—Te amo —lo intenté de nuevo. Una vez más, las palabras se quedaronfijadas en el interior.La expresión de Patch se volvió ansiosa.—Te amo Nora —repitió.
  22. 22. Asentí con la cabeza desesperadamente, pero él se había dado la vuelta. Sefue hacia la moto y se marchó sin mirar atrás.—¡Te amo! —Grité tras él—¡Te amo, te amo!Pero era como si arena movediza se hubiera derramado en mi garganta; lomás difícil era luchar para que las palabras salieran, antes de que se hundieran.Patch fue escapando entre una multitud. La noche había caído alrededorde nosotros en un instante, y yo apenas podía distinguir su camiseta negra deentre cientos de otras camisas oscuras en la gran masa. Corrí en su captura,pero cuando le tomé su brazo, era otra persona la que se daba la vuelta. Unaniña. Estaba demasiado oscuro para obtener una buena lectura de sus rasgos,pero me di cuenta que ella era hermosa.—Yo amo a Patch —me dijo, sonriendo a través de un chocante labial rojo.—Y yo no tengo miedo a decirlo.—¡Se lo dije! —argumenté. —¡Anoche se lo dije!Pasé junto a ella, mis ojos exploraban a la multitud hasta que alcancé a verla marca de la gorra azul de Patch. Me empujé de manera frenética hacia él yextendí mi mano para coger la suya.Se dio la vuelta, pero él había cambiado… a la misma bella chica.—Eres muy lenta —dijo. —Amo a Patch ahora.—Más de Angie con el tiempo —ladró alegremente Chuck Delaney en mioído.Mis ojos se abrieron de golpe a la palabra “tiempo”. Me acosté en la camaun momento más, tratando de convencerme de que aquello no era más que unmal sueño, producto de mis remordimientos. El despertador anunció que eranveinte minutos antes de la hora, y no había posibilidad para eso si yo estabaescuchando el pronóstico del tiempo, a menos que…¡La escuela de verano! ¡Me había quedado dormida!Me quité de encima las sábanas y corrí al armario. Empujando mis pies enlos mismos jeans que había descartado hasta el fondo del closet la nocheanterior, estiré una camiseta blanca sobre mi cabeza y encima me puse unachaqueta color lavanda. Con velocidad marqué a Patch, y después de tres tonosme mandó al correo voz.—Llámame —dije haciendo una pausa de medio segundo parapreguntarme si me estaría evitando después de la confesión de la nocheanterior.
  23. 23. Había hecho que mi mente fingiera que aquello nunca había sucedido, o almenos hasta que las cosas volvieron a la normalidad, pero después del sueñode esta mañana, estaba empezando a dudar si podría dejarlo ir tan fácilmente.Tal vez Patch sólo estaba pasando por un tiempo difícil después de haber sidoun caído. De cualquier manera, no había mucho que pudiera hacer al respectoen este momento. A pesar de que podría haber jurado que él había prometidollevarme a la escuela.Me deslicé una diadema en el cabello en lugar de peinarlo, cogí la mochilade la encimera de la cocina y me precipité hacia la puerta…Hice una pausa en el camino, el tiempo suficiente para dar un grito deexasperación al bloque de cemento, de ocho por diez pies, donde mi Fiat Spider1979 solía situarse. Mi madre había vendido el Spider para pagar la factura delos tres meses de retraso de la luz, y atascar nuestra nevera con provisionessuficientes para mantenernos alimentados hasta el final del mes. Habíadespedido incluso a nuestra ama de llaves, Dorothea, alias: mi tutor suplente,para recortar gastos. Envié de un pensamiento de odio en la dirección de lascircunstancias, me eché la mochila al hombro y empecé a trotar. La mayoría dela gente podría considerar la granja rural de Maine, donde mi mamá y yovivíamos, un lugar pintoresco, pero la verdad era, que no había nada en millasde este pintoresco sitio, además había que correr mucho para llegar hasta losvecinos más cercanos. Y al menos que pintoresco fuera un sinónimo del sigloXVIII, corrientes de aire y un hoyo para el dinero situado en el ojo de unainversión atmosférica que absorbe toda la niebla de aquí de la costa, mepermitiría disentir.En la esquina de Hawthorne y Beech, vi señales de vida a partir de loscoches que pasaban de largo en su viaje por la mañana. Utilicé una mano parapedir aventón y con la otra desenvolví un chicle de menta.Un Toyota rojo 4Runner frenó en la acera, y la ventana del pasajero se bajóde manera automática. Marcie Millar se sentaba detrás del volante.—¿Problemas con el coche? —preguntó.Si problemas con el automóvil era no tener coche... No es que yo estuvieraa punto de admitir a Marcie.—¿Necesitas que te lleve? —expresó impaciente cuando no respondí.No podía creer que fuera, de entre todos los coches que pasaban por estetramo de carretera, Marcie la que parara. ¿Quería ir con Marcie? No. ¿Aúnestaba trabajando lo que había dicho sobre mi padre? Sí. ¿Estaría a dispuesta aperdonarla? Por supuesto que no. Me hubiera bastado un gesto para que ellasiguiera conduciendo, pero había un pequeño inconveniente. Se rumoreaba que
  24. 24. la única cosa que el Sr. Loucks gustaba más que la tabla periódica de loselementos era la detención de estudiantes que llegaban tarde.—Gracias —acepté a regañadientes. —Voy de camino a la escuela.—¿Debo suponer que tu gorda amiga no podía darte un aventón?Me quedé inmóvil con la mano en la manija de la puerta. Vee y yo hacíamucho tiempo que habíamos renunciado a educar a los descerebrados quepensaban que "gorda" y "curvas" eran la misma cosa, pero eso no quería decirque toleraría la ignorancia. Y, por otra parte, yo hubiera tenido mucho gusto enllamar a Vee para que me trajera, pero había sido invitada a asistir a unareunión de los editores de la publicación electrónica de la escuela y conseguridad ella ya estaba en la escuela.—Pensándolo mejor, voy a caminar —cerré la puerta del carro de Marciede un empujón.Marcie puso una cara confundida.—¿Te ofendió que la llamara gorda? Porque es la verdad. ¿Qué pasacontigo? Siento que todo lo que digo tiene que ser censurado. Primero tu padre,ahora esto. ¿Qué pasó con la libertad de expresión?Por un momento pensé en que esto sería bueno y conveniente si todavíatuviera el Spider. No sólo no tendría que pedirle un aventón, sino que en algúnmomento tendría el placer de atropellar a Marcie. El estacionamiento de laescuela podía ser caótico después de la escuela. Los accidentes pasan.Como no podía hacer rebotar a Marcie con mi defensa delantera, hice lasiguiente mejor cosa.—Si la concesionaria Toyota hubiera sido de mi papá, creo que estaría losuficientemente preocupada por el medio ambiente como para pedir unhíbrido.—Bueno, tu padre no posee el concesionario de Toyota.—Eso es correcto. Mi padre está muerto.Alzó un hombro.—Tú lo has dicho, no yo.—A partir de ahora, creo que es mejor si nos quedamos fuera del caminode la otra.Examinó su manicura.—Bien.—Bueno.
  25. 25. —Sólo estaba tratando de ser amable, y mira donde me tienes —dijo envoz baja.—¿Amable? Llamaste a Vee gorda.—También te ofrecí llevarte.Ella aceleró y sus neumáticos mancharon de polvo el camino que flotabaen mi dirección.No me había despertado esta mañana buscando una razón más para odiarMarcie Millar, pero ahí la tenía.Coldwater High se había erigido a finales del siglo XIX, y la construcciónera una mezcla ecléctica de estilo gótico victoriano y que parecía más catedralque académico. Las ventanas eran estrechas y arqueadas, el cristal conplomo. La piedra era multicolores, pero sobre todo gris. En el verano, la hiedrase arrastraba hasta el exterior y le daba a la escuela un cierto encanto de NuevaInglaterra. En el invierno, la hiedra se parecía mucho a unos dedos esqueléticosasfixiando el edificio.Estaba caminando rápido, casi medio corriendo por el pasillo al aula dequímica, cuando sonó mi teléfono celular en el bolsillo.—¿Mamá? —Le contesté, sin frenar mi ritmo. —¿Te puedo llamar…?—¡A que no adivinas con quién me encontré ayer por la noche! LynnParnell. Recuerdas a la madre de Scott Parnells.Miré el reloj de mi celular. Había sido suficiente fortuna que un completoextraño me diera un aventón a la escuela —una mujer, a su manera, puesentrenaba Kick Boxing en el gimnasio—, pero todavía me quedaba un cortocamino por recorrer. Y a menos de dos minutos de la campana.—¿Mamá? La escuela está a punto de comenzar. ¿Te puedo llamar en elalmuerzo?—Tú y Scott fueron tan buenos amigos.Se había desencadenado un vago recuerdo.—Cuando teníamos cinco años —dije. —¿Él siempre mojaba lospantalones, no?—Tomé unas copas con Lynn anoche. Ella acaba de finalizar su divorcio, yella y Scott están regresando a Coldwater.—Eso es genial. Yo te llamo…—Los invité a cenar esta noche.Al pasar por la oficina principal, el minutero del reloj que estaba encimade la puerta, marcaba casi la siguiente hora. Desde donde yo estaba, se veía
  26. 26. atrapado entre 07:59 y el agudo ocho. Lo apunté con un gesto de amenaza ypensé: No te atrevas a dar el toque temprano.—Esta noche no es bueno, mamá. Parche y yo…—¡No seas tonta! —Mi mamá me interrumpió. —Scott es uno de tusamigos más antiguos del mundo. Tú lo conocías mucho antes de Patch.—Scott solía forzarme a comer cochinillas —dije. —Mi memoria comienzaa entrar en razón.—¿Y tú nunca le obligaste a jugar Barbies?—¡Totalmente diferente!—Esta noche, siete en punto —dijo mamá con una voz intransigente atodo argumento.Me apresuré a entrar a química, con el último segundo avanzando, y medeslicé sobre una banca de metal detrás de una mesa de granito negro dellaboratorio, justo en la primera fila. Las mesas eran para dos personas, y yohabía cruzado mis dedos para que me tocara alguien cuya comprensión de laciencia sobrepasara la mía, que, dado mi nivel, no era difícil de superar. Tendíaa ser más una romántica que una realista, y optaba más por la fe ciega que en lalógica fría. Por eso, la ciencia y yo estábamos en desacuerdo desde el principio.Marcie Millar entró en la sala usando tacones, jeans y un top de seda deBanana Republic que yo tenía en mi lista de deseos de regreso a la escuela. Porel Día del Trabajo, la blusa estaría en liquidación y por ende en el rango decompensación de precios. Pero ahora estaba en el proceso de limpiarmentalmente la blusa de mi lista cuando Marcie se sentó en la banca de mi lado.—¿Qué pasa con tu cabello? —dijo. —¿Se quedó sin mousse? ¿O sinpaciencia? —Una sonrisa curvó uno de los lados de su boca. —¿O es porquehabía que correr cuatro kilómetros para llegar aquí a tiempo?—¿Qué pasó con mantenerse al margen del camino de la otra? —le lancéuna mirada apuntando a su silla, a continuación, las veinticuatro pulgadas dediferencia no se estaban quedando en el límite del camino.—Necesito algo de ti.Exhalé en silencio y estabilicé mi presión sanguínea. Debí saberlo.—Ésta es la cosa, Marcie —dije. —Las dos sabemos que esta clase va a serincreíblemente difícil. Deja que te haga un favor y te advierta que la ciencia esmi peor asignatura. La única razón por la que estoy haciendo la escuela deverano se debe a que escuché la química más fácil que ese término. Tú no mequieres como tu compañera. Esto no será fácil para obtener una A.
  27. 27. —¿Me veo como que estoy sentada a tu lado para recuperar mi promedio?—Dijo ella con un impaciente tirón de la muñeca. —Te necesito para otracosa. La semana pasada conseguí un trabajo.¿Marcie? ¿Un trabajo?Ella sonrió, y yo sólo podía imaginar que había sacado mis pensamientosdirectamente de mi expresión.—En la oficina escolar. Uno de los vendedores de mi padre está casadocon la secretaria de la oficina principal. Nunca está de más disponer deconexiones. No es que tú deberías saber algo al respecto.Sabía que el padre de Marcie era influyente en Coldwater. De hecho, él eraun gran apoyo para el club de donantes, él tenía incidencia en cada puestoadministrativo de la escuela, pero esto era ridículo.—De vez en cuando cae un archivo abierto y no puedo dejar de ver lascosas —dijo Marcie.Sí, claro.—Por ejemplo, sé que aún no está nada sobre la muerte de tu papá. Hasestado en la consejería con la psicología de la escuela. De hecho, ya lo sé todoacerca de todo el mundo. Excepto de Patch. La semana pasada me di cuenta deque su archivo está vacío. Quiero saber por qué. Quiero saber lo que se esconde.—¿Por qué te importa?—Él estuvo en mi casa la última noche, mirando a la ventana de midormitorio.Parpadeé.—¿Patch estaba en tu casa?—A menos que tú conozcas a algún otro tipo que conduzca un JeepCommander, vestido de negro, y que esté buenísimo...Fruncí el ceño.—¿Dijo algo?—Él me vio mirando desde la ventana y se fue. ¿Debería estar pensandoen una orden de restricción? ¿Este comportamiento es típico en él? Yo sé que élestá fuera, pero ¿qué tan lejos?No hice caso de ella, estaba demasiada absorta con toda estainformación. ¿Patch? ¿En casa de Marcie? Tuvo que haber sido después de salirde mi casa. Después de que le dijera: "Te amo" y él se escabullera.—No hay problema —dijo Marcie enderezándose. —Hay otras manerasde obtener información, como la administración. Supongo que ellos pueden
  28. 28. terminar viendo un archivo escolar vacío. Yo no iba a decir nada, pero por mipropia seguridad...Yo no estaba preocupada porque Marcie fuera a la administración. Patchpodría manejar eso. Más bien me preocupaba lo de anoche. Patch había salidoprecipitadamente, diciendo que había algo que tenía que hacer, pero estabateniendo un difícil momento creyendo que él estaba esperando afuera de lacasa de Marcie. Era mucho más fácil de aceptar que él me había dejado a causade lo que había dicho.—O la policía —agregó Marcie, tocando con la punta del dedo sus labios.—Un archivo de la escuela casi vacío suena ilegal. ¿Cómo entró Patch a laescuela? Te ves molesta, Nora. ¿Estoy adentrándome en algo? —Una sonrisa deplacer sorprendió su rostro. —¿No? Hay más en la historia.Posé mis fríos ojos de ella.—Para alguien que ha dejado claro que su vida es superior a la decualquier otro estudiante en esta escuela, segura que lo convertiste en un hábitoeso de meter la nariz en nuestras vidas aburridas y sin valor.La sonrisa de Marcie se desvaneció.—Yo no tendría que meterme si todos se quedaran fuera de mi camino.—¿Tu camino? Esto no es tu escuela.—No me hables de esa manera —dijo Marcie con un incrédulo, tic casiinvoluntario de su cabeza.—De hecho, no me hables en absoluto.Levanté mis palmas hacia arriba.—No hay problema.—Y mientras estás en eso, muévete.Eché un vistazo a mi banca, pensando sin duda que ella no podríaentender que:—Yo estaba aquí primero.Imitándome, Marcie levantó sus palmas hacia arriba.—No es mi problema.—Yo no me muevo.—No estaré sentada junto a ti.—Estoy feliz de oírlo.—Muévete —Marcie demandó.
  29. 29. —No.La campana sonó alrededor de nosotras, y cuando el sonido estridentemurió, tanto Marcie y yo parecíamos habernos dado cuenta de que la habitaciónse había vuelto tranquila. Miramos alrededor, y me dolió el estómago alpercatar que todos los asientos en la sala estaban ocupados.El Sr. Loucks se colocó en el pasillo, a mi derecha, agitando una hoja depapel.—Estoy sosteniendo un plano de la sala en blanco —dijo. —Cada uno delos rectángulos corresponde con un escritorio en la habitación. Escriban sunombre en el rectángulo y pásenlo —dio una palmada en la tabla por delante demí—. Espero que les guste a sus compañeros —nos dijo. —Estarán ochosemanas con ellos.Al mediodía, cuando terminó la clase, tomé un paseo con Vee a Enzo’sBistro, nuestro lugar favorito para tomar mokas helados o cafés espumosos,dependiendo de la temporada. Sentí el sol hornear mi rostro al cruzar elestacionamiento, y fue entonces cuando lo vi. Un blanco Volkswagen Cabrioletdescapotable con un signo de venta grabada en la ventana: $ 1 000 OBO—Estás babeando —Vee dijo usando la punta de su dedo para cerrar miboca.—¿No tienes mil dólares que te pueda pedir prestado?—No tengo ni cinco dólares que te pueda prestar. Mi alcancía estáoficialmente anoréxica.Suspiré de nostalgia en la dirección del Cabriolet.—Necesito el dinero. Necesito un trabajo.Cerré los ojos, imaginándome a mí misma al volante del Cabriolet, dearriba hacia abajo, el viento silbante en mi cabello rizado. Con el Cabrioletnunca tendría para pedir un aventón de nuevo. Yo sería libre de ir dondequisiera, cuando me diera la gana.—Sí, pero conseguir un trabajo significa que tú realmente tienes quetrabajar. Quiero decir, ¿estás segura de que quieres gastar todo el veranotrabajando lejos y por un salario mínimo? Es posible que, no sé, sudes o algo.Saqué de mi mochila un trozo de papel y garabateé el número queaparecía en el cartel. Tal vez podría hablar con el propietario de un par decientos de dólares. Mientras tanto, mirando otros clasificados, agregué el del
  30. 30. empleo de medio tiempo a mi lista de tareas. Un trabajo significaría un tiempolejos de Patch, pero también significaría un transporte privado. Por mucho queme amaba Patch, siempre parecía estar ocupado... para hacer algo. ¿Qué le hizoser poco fiable cuando se trataba de llevarme?Dentro de Enzo, Vee y yo pedidos mokas helados y ensaladas con nuez,que ya estaban servidas sobre nuestra mesa. Durante las últimas semanas, Enzose habían sometido a una amplia remodelación para ponerlo al día con el sigloXXI y ahora se estrenaba una sala de Internet por primera vez enColdwater. Teniendo en cuenta el hecho de que mi ordenador de casa tenía seisaños, yo estaba emocionada.—No sé tú, pero yo estoy lista para unas vacaciones —dijo Vee, poniendosus lentes de sol sobre su cabeza. —Ocho semanas más de español. Esos sonmás días de los que quisiera pensar. Lo que necesitamos es una distracción. Loque necesitamos es algo que quitará de nuestras mentes este tramo sin fin de laeducación de calidad que se extendió antes que nosotras. Necesitamos ir decompras. Portland, aquí vamos. Macy tiene una gran venta. Necesito zapatos,vestidos y una nueva fragancia.—Acabas de comprar ropa nueva. Costó doscientos dólares. Tu mamátendrá una hemorragia cuando llegue el estado de cuenta de su MasterCard.—Sí, pero necesito un novio. Y para conseguir uno, necesitas verte bien. Yno hace daño oler bien también.Llevé a mi boca un pedazo de pera.—¿Tienes a alguien en mente?—De hecho, lo tengo.—Sólo prométeme que no es Scott Parnell.—Scott, ¿quién?Sonreí.—Ves, ahora estoy feliz.—No sé nada acerca de ningún Scott Parnell, pero el chico que tengo en lamira sucede que es ardiente. Fuera – de – serie, ardiente. Más – ardiente – que –Patch, ¡ardiente! —Ella se detuvo, —bien, tal vez no tanto. Nadie es así deardiente. En serio, el resto de mi día está planeado. Portland o alcohol, ya dije.Abrí la boca, pero Vee fue más rápida.—Uh-oh —ella dijo. —Conozco esa mirada. Vas a decirme que ya tienesplanes.
  31. 31. —Regresando a Scott Parnell… Él solía vivir aquí cuando teníamos cincoaños.Vee parecía que estaba buscando a su memoria a largo plazo.—Se orinaba mucho en los pantalones —agregué amablemente.Los ojos de Vee se iluminaron—¿Scotty the Potty4?—Se está mudando de nuevo a Coldwater. Mi mamá lo invitó a cenar estanoche.—Ya veo por dónde va esto —Vee dijo, asintiendo con la cabezasabiamente. —Esto es lo que se llama un reencuentro lindo. Esto es cuando lavida de dos personas potencialmente románticas se cruzan. ¿Recuerdas cuandoDesi accidentalmente entró en la habitación de los hombres y cachó a Ernestoen el urinario?Detuve con mi tenedor a medio camino entre el plato y la boca.—¿Qué?—En Corazón, el jabón español. ¿No?... No importa. Al parecer, mamáquiere conectarte con Scotty the Potty. Pronto.—No, no lo quiere. Ella sabe que yo estoy con Patch.—El hecho de que ella sepa, no quiere decir que esté feliz por eso. Tumamá va a gastar mucho tiempo y energía en convertir esta ecuación de Noramás Patch es igual a amor, en Nora más Scotty the Potty es igual a amor. Y ¿quépasa con esto? Tal vez Scott the Potty se convirtió en el Scotty the Hottie. ¿Haspensado en eso?Tenía a Patch, y estaba perfectamente feliz de mantenerlo de esa manera.—¿Podemos hablar de algo ligeramente más urgente? —Pregunté,pensando que era tiempo de cambiar de tema, antes de que el actual le dieramás locas ideas a Vee. —¿Como el hecho de que mi nueva compañera dequímica… Marcie Millar?—La pu…—Aparentemente ella está trabajando en la oficina principal y miró elexpediente de Patch.—¿Sigue vació?—Eso parece. Y ahora ella quiere que le diga todo lo que sé sobre él.4 La traducción literal sería: Scotty el ir al baño, lo cual no sonaba con rima. Por ende, se quedócon el texto original para salvaguardar el juego de palabras de la autora.
  32. 32. Incluyendo el porqué él estuvo frente a su casa contemplando la ventanade su recámara. Alguna vez escuché un rumor de que Marcie tenía una raquetade tennis tras su ventana cuando ésta estaba abierta a los pagos de ciertos“servicios”, pero no iba a pensar acerca de eso. De todas formas, ¿no eran losrumores un 90 por ciento ficción?Vee se inclinó acercándose.—¿Qué es lo que sabes?Nuestra conversación pasó a un silencio incómodo. Yo no creía en lossecretos entre mejores amigas. Pero había secretos... y verdades difíciles.Verdades atemorizantes. Verdades inimaginables. Tener un novio que es unángel caído convertido – en – guardián encaja en todas ellas.—¿Estás ocultándome algo? —Vee dijo.—Yo no.—Sí, y es mucho.Silencio incómodo.—Le dije a Patch que lo amaba.Vee se tapó la boca, pero no sabría decir si estaba ahogando un grito deasombro o una risa. Sólo me hizo sentir más insegura. ¿Qué era tan gracioso?¿Había hecho algo incluso más estúpido que lo que ahora pensaba?—¿Qué dijo? —preguntó Vee.Tan sólo la miré—¿Tan malo fue? —cuestionó.Me aclaré la voz.—Hábleme de este hombre con el que vas a salir. Es decir, ¿se trata de undeseo - de - lejos, o que en realidad hablaste con él?Vee tomó la pista.—¿Hablé con él? Compré ayer, para el almuerzo, hot - dogs en Skippy conél. Fue una de esas cosas como de cita a ciegas, y resultó mejor de lo esperado.Mucho mejor. Para tu información, tú sabrías todas estas cosas si devolvierasmis llamadas en lugar de hacerlo con tu novio, sin parar.—Vee, soy tu única amiga, y no fui yo quién te conquistó.—Lo sé. Tu novio lo hizo.Me atraganté con una bola de queso Gorgonzola.—¿Patch estará listo en una cita a ciegas?
  33. 33. —¿Entonces? —dijo Vee, con su defensivo tono dirigiéndose hacia mí.Sonreí.—Pensé que no te confiabas en Patch.—No—¿Pero?—Traté de llamar para investigar a mi primera cita, pero repito, nuncaregresas mis llamadas.—Misión cumplida. Me siento como la peor amiga que haya existido —ledi una sonrisa conspiradora—. Ahora, me dicen lo demás.Vee dejó su tono resistente, y miró mi sonrisa.—Su nombre es Rixon, y es irlandés. Su acento o cómo se llame memata. Sexy al máximo. Es un poco flaco teniendo en cuenta que soy ancha dehuesos, pero estoy pensando en perder veinte libras este verano, así que tododebe haberse ido para agosto.—¿Rixon? ¡No es cierto! ¡Me encanta Rixon!Como una regla, no confiaba en los ángeles caídos, pero Rixon fue unaexcepción. Al igual que Patch, sus límites morales se colocaban en la zona grisentre el blanco y negro. Él no era perfecto, pero no todo fue malo, tampoco.Le sonreí, señalando con el tenedor a Vee.—No puedo creer que te fuiste con él. Quiero decir, él es el mejor amigoPatch. Odias a Patch.Vee me dio la impresión de parecer su gato negro, con el pelo erizadoprácticamente.—El mejor amigo no quiere decir nada. Mira tú y yo. No somos en nadaiguales.—Esto es genial. Los cuatro podemos pasar el rato juntos durante todo elverano.—Uh - uh. De ninguna manera. No estoy interesada en salir con ese novioidiota que tienes. No me importa lo que me dijiste, sigo pensando que él teníaalgo que ver con la misteriosa muerte de Jules en el gimnasio.Una nube oscura cayó sobre la conversación. Sólo había tres personas en elgimnasio la noche en que Julio murió, y yo era uno de ellos. Yo nunca le habíadicho todo lo que sucedió a Vee, sólo lo suficiente para conseguir que dejara depresionar, y para su propia seguridad, así planeé mantener alejado todo aquellode su camino.
  34. 34. Vee y yo pasamos el día dando vueltas, recogiendo las solicitudes deempleo desde el local de comida rápida, y eran casi las seis y media cuandollegué a casa. Dejé las llaves en el aparador y fui a chequear la contestadoraautomática. Había uno de mi mamá. Ella estaba en el supermercado Michaudcomprando el pan de ajo, lasaña, y vino barato, y juró en su tumba que leganaría a la Parnells a la casa.Eliminé el mensaje y me subí a mi dormitorio. Como no había podidoducharme en la mañana, y mi cabello se había rizado hasta la altura máximadurante el día, pensé que había que cambiarme de ropa a modo de control dedaños. Cada recuerdo único que yo tenía de Scott Parnell era desagradable,pero la compañía era la compañía. Ya tenía mi chaqueta desabrochada hasta lamitad cuando se produjo un golpe en la puerta principal.Fui a encontrar a Patch al otro lado de la puerta con sus manos metidas ensus bolsillos.Normalmente lo habría recibido lanzándome directamente a susbrazos. Hoy me contuve. Anoche le dije que lo amaba, y él había atornillado y,supuestamente, se dirigió directamente a la casa de Marcie. Mi estado de ánimocayó en algún lugar entre el orgullo herido, la ira y la inseguridad. Tenía laesperanza de que mi silencio le dijera indirectamente que algo estaba mal, y queasí sería hasta que él hiciera un movimiento para corregirlo, para disculparse odarme una explicación.—Hey —dije, aparentando casualidad. —Olvidaste llamar anoche. ¿Adónde fuiste?—Por ahí. ¿Ibas a invitarme a venir?No iba a hacerlo.—Estoy contenta de escuchar que la casa de Marcie está, tú sabes, por ahí.Un momentáneo gesto de sorpresa en sus ojos confirmó lo que no queríacreer: Marcie había dicho la verdad.—¿Te molestaría decirme qué está ocurriendo? —Dije en un tono un pocomás hostil. —¿Quieres decirme que estabas haciendo en su casa anoche?—Suenas celosa, ángel —tal vez había una nota de burla tras esecomentario pero a diferencia de lo usual, no había nada cariñoso o juguetón enél.—Tal vez no estaría celosa si tú no me dieras razones para estarlo —respondí. —¿Quieres decirme qué estabas haciendo en su casa anoche?—Arreglando unos negocios.Alcé mis cejas.
  35. 35. —No me había dado cuenta de que Marcie y tú tienen negocios.—Los tenemos. Pero son sólo eso... negocios.—¿Podrías explicarlo? —había una gran dosis de reclamo acumuladoentre mis palabras.—¿Estás acusándome de algo?—¿Debería?Patch generalmente era experto en ocultar sus emociones, pero apretó lalínea de su boca.—No.—Si estar en su casa ayer por la noche era tan inocente, ¿por qué tantasdificultades para explicar lo que estabas haciendo allí?—No estoy teniendo dificultades —dijo midiendo cada palabracuidadosamente. —No te lo estoy diciendo, porque lo que estaba haciendo encasa de Marcie no tiene nada que ver con nosotros.¿Cómo podía pensar que esto no tenía nada que ver con nosotros? Marciefue la única persona que tuvo todas las oportunidades para atacarme ymenospreciarme. Durante los últimos once años, me había molestado, habíadifundido rumores horribles sobre mí, y me humillaba públicamente. ¿Cómopodía pensar que esto no era personal? ¿Cómo podía pensar que acababa deaceptar esto, sin hacer preguntas? Pero sobre todo, ¿no podía ver que estabaaterrado de que Marcie lo usaría para hacerme daño? Si sospechara que élpudiera estar remotamente interesado, ella haría todo lo que tiene en su poderpara robármelo. No podía soportar la idea de perder a Patch, pero me iba amatar si lo perdía gracias a ella.Abrumada por el repentino temor, le dije:—No vuelvas hasta que estés listo para decirme lo que estabas haciendoen su casa.Impaciente, Patch se abrió paso al interior de la casa y cerró la puertadetrás de él.—No he venido aquí para discutir. Quiero hacerle saber Marcie que setopó con algunos problemas esta tarde.¿Marcie otra vez? ¿Él no creía que ya había cavado un agujero lo bastanteprofundo? Traté de mantener la calma el tiempo suficiente para escucharlo,pero yo quería gritar a través de él.—¿Oh? —Dije con frialdad.
  36. 36. —Ella quedó atrapada cuando un grupo de ángeles caídos trató de forzara un Nefilim a jurar fidelidad dentro del sanitario de los hombres en el Arca deBo’s. El Nefilim no tenía dieciséis años por lo que no tenía fuerza, sólo sedivirtieron tratando. Le cortan muy mal, y se rompió algunas costillas. Aquíentra Marcie. Ella había bebido demasiado e ingresó en el baño equivocado. Elángel caído que estaba cuidando sacó un cuchillo enfrente de ella. Estuvo en elhospital, pero la liberaron pronto. Una herida sin gravedad.Mi pulso se aceleró, y yo sabía que estaba molesta porque habíanapuñalado a Marcie, pero eso fue lo último que quería que supiera Patch. Crucélos brazos rígidos.—Gee, ¿es un Nefilim, cierto?Recordé vagamente cuando Patch me explicó, hace algún tiempo, que losángeles caídos no podían obligar a un Nefilim a jurar lealtad hasta los dieciséis.Del mismo modo, no podía sacrificarme a mí para conseguir un cuerpo humanohasta que cumplí los dieciséis años. Tener dieciséis era oscuramente mágico,incluso era la edad crucial en el mundo de los ángeles y los Nefilim.Patch me dio una mirada que tenía el más pequeño resplandor demolestia.—Marcie tal vez estaba borracha, pero hay posibilidad de que recuerde loque vio. Obviamente tú sabes que los ángeles y Nefilim tratan de mantenersebajo el radar, y alguien como Marcie, con una gran boca, puede amenazar esesecreto. La última cosa que ellos quieren es que ella le diga al mundo lo que vio.Nuestro mundo es más fácil cuando los humanos lo desconocen. Conozco a losángeles caídos involucrados —su mandíbula se tensó. —Ellos harían cualquiercosa por mantener a Marcie callada.Sentí miedo por Marcie, pero lo alejé de mí. ¿Desde cuándo a Patch lepreocupada de alguna manera lo que le pasaba a Marcie? ¿Desde cuándo sepreocupa más por ella que por mí?—Trato de sentirme mal —, dije. —Pero suena como si estuvieras máspreocupado por ella que por nosotros —tiré de la manilla de la puerta y lamantuve abierta. —Tal vez deberías ir a ver a Marcie, ver si su herida estásanando apropiadamente.Patch obligó que mi mano soltara la manilla y cerró la puerta con su pie.—Cosas más grandes que tú, Marcie o yo están sucediendo —él dudó,como si tuviera más que decir, pero cerró la boca en el último momento.—¿Tú, yo y Marcie? ¿Desde cuándo nos pones a los tres en la mismaoración? ¿Desde cuándo ella significa algo para ti? —espeté.
  37. 37. Puso su mano detrás de su cuello, viéndose como si él supiera que teníaque haber escogido cuidadosamente sus palabras antes de responde.—¡Sólo dime qué estás pensando! —Dije. —¡Escúpelo! ¡Si es tan malocomo para que no tenga idea de lo que sientes, sólo deja salir lo que piensas!Patch miró alrededor, como preguntándose si estaba hablándole a alguienmás.—¿Escúpelo? —Dijo, su tonó incrédulo y sombrío. Tal vez hasta irritado.—¿Qué parece que estoy tratando de hacer? Si te calmas, podría. Ahora mismote pondrás histérica, sin tomar en cuenta lo que digo.Entrecerré los ojos.—Tengo el derecho de estar enfadada. No me dirás qué estabas haciendoanoche en la casa de Marcie.Patch echó las manos hacia arriba. ”Aquí vamos otra vez” decía ese gesto.—Hace dos meses —empecé, tratando de inyectar orgullo a mi voz paraesconder la temblor en ella. —Vee, mi mamá —todos— me advirtieron que túeras una clase de chico que ve a las chicas como simples conquistas. Ellasdijeron que era otra hendidura en tu cinturón, otra estúpida chica que sedujistepara tu propia satisfacción. Ellas dijeron que el momento en que me enamorarade ti, tú ibas a irte —tragué con dificultad.—Necesito saber que no estaban en locorrecto.Aunque no quisiera recordarlo, el recuerdo de la noche pasada resurgiócon perfecta claridad. Recordé la total humillación con vívido detalle. Le dijeque lo amaba, y él no dijo nada. Había cientos de maneras diferentes de analizarsu silencio, ninguna de ellas era buena.Patch agitó su cabeza con incredulidad.—¿Quieres que te diga que estaban equivocadas? Porque tengo elpresentimiento de que tú no me creerás, sin importar lo que diga —me miró.—¿Estás tan comprometido con esta relación como lo estoy yo?No pude preguntarlo. No después de ver todo derrumbarse desde anoche.De repente me di cuenta de que no tenía idea de cómo realmente se sentía Patchacerca de mí. Pensé que lo era todo para él, pero ¿si sólo hubiera visto lo quequería? ¿Qué pasaría si exageraba sus sentimientos? Sostuve su mirada, alpunto de hacerle tan fácil a él este gesto, para no darle una segundaoportunidad a dicha cuestión. Necesitaba saberlo:—¿Me amas?
  38. 38. No puedo responder a eso, dijo, asustándome porque habló en mispensamientos. Era como un regalo que todos los ángeles poseían, pero yo noentendía por qué estaba eligiendo ahora usarlo.—Voy a dejar esto para mañana. Duerme bien —agregó secamente,dirigiéndose hacia la puerta.—Cuando nos besamos, ¿estás fingiendo?Se detuvo en seco. Otra sacudida de la cabeza incrédulo.—¿Fingiendo?—Cuando te toco, ¿sientes algo? ¿Hasta dónde llega el deseo deir? ¿Sientes algo que se acerque a lo que yo siento por ti?Patch me miraba en silencio.—Nora… —empezó.—Quiero una respuesta clara.Después de un momento, dijo:—Emocionalmente, sí.—Pero físicamente no, ¿verdad? ¿Cómo se supone que debo estar en unarelación, cuando no tengo idea de lo mucho que aún significa para ti? ¿Estoyexperimentando cosas a un nivel completamente diferente? Porque eso es loque se siente. Y lo odio —añadí. —No quiero que me beses, porque tienes quehacerlo. Yo no quiero que pretendas darle significado a algo, cuando no deja deser sólo un acto.—¿Sólo un acto? ¿Te estás escuchando?Inclinó la cabeza hacia atrás contra la pared y dio otra oscuracarcajada. Me dio una mirada de reojo.—¿Terminaste con las acusaciones?—¿Crees que esto es divertido? —dije, golpeada por una ola de ira.—Todo lo contrario.Antes de que pudiera decir más, se volvió hacia la puerta.—Llámame cuando estés lista para hablar racionalmente.—¿Qué se supone que significa eso?—Significa que estás loca. Hoy estás imposible.—¿Yo estoy loca?Inclinó mi barbilla hacia arriba y me plantó un áspero y rápido beso en laboca.
  39. 39. —Y yo debo estar más loco para seguirte el juego.Liberé mi barbilla y la froté con resentimiento.—Renunciaste convertirte en humano para mí, ¿y es esto es lo queconsigo? Un novio que pasa su tiempo en casa de Marcie, pero no me dice porqué. Un novio que sale en busca del primer indicio de pelea. Prueba si te quedaesto: Eres un… ¡imbécil!¿Imbécil? Habló con su voz fría y cortante en mis pensamientos. Estoytratando de seguir las reglas. Se supone que no debería estar enamorado de ti. Los dossabemos que no se trata de Marcie. Se trata de cómo me siento por ti. Tengo quefrenar. Estoy caminando por una peligrosa línea. Enamorarse es lo que me metió enproblemas en primer lugar. Por eso no puedo estar contigo como yo quiero.—Entonces, ¿por qué renunciar a convertirte en humano por mí, si sabíasque no ibas a estar conmigo? —Lo cuestioné, mi voz sonaba débil y me sudabanlas palmas de las manos. —¿Qué puedes esperar de una relación conmigo?¿Cuál es el punto de —mi voz se quebró sin querer, —“nosotros”?¿Qué había que esperar de una relación con Patch? En algún momento,debí de haber pensado hacia dónde se dirigía nuestra relación, y lo quesucedería. De la maldición que tenía. Pero yo había estado tan asustada por loque veía venir que pretendí evitarlo de alguna manera. Intenté luchar por larelación con Patch, porque en el fondo, cualquier momento con Patch parecíamejor que nada en absoluto.ÁngelMiré hacia arriba cuando Patch dijo mi nombre dentro de mispensamientos.Estar cerca de ti en cualquier nivel es mejor que nada. No voy a perderte. Hizouna pausa, y por primera vez desde que lo conozco, vi un destello depreocupación en sus ojos. Pero ya caí una vez. Si les doy a los arcángeles un solomotivo para pensar que estoy remotamente enamorada de ti, me van a mandar alinfierno. Para siempre.Su noticia me llegó como un golpe directo en el estómago.—¿Qué?Soy un ángel guardián, o al menos eso me han dicho, pero los arcángeles noconfían en mí. No tengo privilegios ni privacidad. Dos de ellos me siguieron anochepara hablar, y alejé de mí los sentimientos, porque ellos quieren que caiga otra vez. Porla razón que fuese, ellos están escogiendo ponerme medidas tan estrictas. Estánbuscando cualquier escusa para deshacerse de mí. Estoy a prueba, y si me equivoco enesto, mi historia no tendrá un final feliz.
  40. 40. Lo escuchaba y pensaba que él estaba exagerando, pensaba en laposibilidad de que esto fuera tan malo, pero una mirada a su rostro me dijo queél nunca había hablado tan en serio.—¿Qué pasará ahora? —pregunté en voz alta.En vez de responder, Patch puso una cara de frustración. La verdad deesto es que esto iba a terminar mal. No importaba cuánta marcha atrásdiéramos, nos paralizáramos, o miráramos para otro lado, un día, más tardeque temprano, nuestras vidas iban a separarse. ¿Qué iba a pasar cuando megraduara y me fuera a la Universidad? ¿Qué pasaría cuando me fuera siguiendomi sueño a otro lado del país? ¿Qué pasaría cuando me llegara el tiempo dequererme casar y tener hijos? No le estaba haciendo ningún favor a nadie alestar enamorándome cada día más de Patch. ¿Realmente quería estar en estelargo camino, sabiendo que tendría un final devastador?Por un momento fugaz, pensé que tenía la respuesta —Daría mis sueños.Así de simple— Cerré los ojos y así deje ir mis sueños como si fueran globos encintas largas y delgadas. Yo no tenía necesidad de esos sueños. Ni siquierapodía estar segura de que se hubieran hecho realidad. E incluso si lo hicieran,yo no quería pasar el resto de mi vida sola y torturada por el conocimiento deque todo lo que había hecho no significaba nada sin Patch.Y entonces me di cuenta de una manera horrible que ninguno de nosotrospodía renunciar a todo. Mi vida iba a continuar marchando hacia el futuro, y notenía el poder para detenerlo. Patch se quedaría siendo un ángel para siempre;él continuaría en ese camino.—¿No hay algo que pueda hacer? —pregunté.—Trabajo en eso.En otras palabras, no tenía nada. Estábamos atrapados por los dos lados;los arcángeles aplicando presión por un lado y dos futuros demasiadodiferentes uno del otro.—Quiero salir —dije tranquilamente.Sabía que no estaba siendo justa; estaba protegiéndome a mí misma. ¿Quéotra opción tenía? No podía darle la oportunidad a Patch de hablarme sobreeso. Tenía que hacer lo mejor para ambos, no podría quedarme aquí, esperando,cuando cada cosa que yo tenía desaparecía con el paso de los días. No podíamostrar cuán preocupada estaba cuando eso haría las cosas imposiblementedifíciles al final.Sobre todo, yo no quería ser la razón. Si los arcángeles estaban buscandocualquier excusa para desvanecerlo por siempre, yo sólo lo haría más fácil.
  41. 41. Patch me miró fijamente como si no pudiera decir si lo decía en serio.—¿Eso es todo? ¿Quieres salir? Tuviste tu oportunidad para explicarte, lacuál no creo, por cierto, pero ahora es mi turno. ¿Se supone que sólo debotragarme tu decisión y marcharme?Abracé mis codos y me di la vuelta.—No puedes forzarme a que me quede en una relación que no quiero.—¿Podemos hablar de esto?—Si quieres hablar, dime por qué fuiste a casa de Marcie anoche.Pero Patch tenía razón. Esto no era acerca de Marcie. Esto era porqueestaba asustada y enojada con el destino y las circunstancias que nos habíanllevado a cortar a los dos.Me di la media vuelta para ver a Patch como arrastraba sus manos por sucara. Él tenía una pequeña y nada amistosa sonrisa.—Si yo hubiera estado en casa de Rixon ayer por la noche, ¡podríaspreguntar qué hacía ahí!—No —dijo, su voz sonó lentamente peligrosa — Yo confío en ti.Tenía miedo de perder mi entereza sino actuaba inmediatamente. Choquélas palmas de mis manos contra su pecho, haciendo que retrocediera un paso.—Vete —dije, las lágrimas hacían que mi voz sonara áspera— Tengo otrascosas que quiero hacer con mi vida, Cosas en las que no estás involucrado tú.Tengo la escuela y futuros trabajos. No voy a tirar todo por la borda en algo queno estaba destinado a ser.Patch se estremeció.—¿Es esto lo que realmente quieres?—Cuando bese a mi novio, quiero saber que él ¡lo siente!Tan pronto como lo dije, me arrepentí. Yo no quería hacerle daño, sóloquería llegar a ese momento con la mayor brevedad posible antes de que seviniera abajo mi confianza y rompiera a sollozar. Pero yo había ido demasiadolejos. Lo vi rígido. Nos quedamos cara - a - cara, ambos respirábamos condificultad.Luego se dirigió hacia fuera, tiró de la puerta y la cerró detrás de él.Una vez que la puerta estuvo cerrada, me desplomé sobre ésta. Laslágrimas ardían en el fondo de mis ojos, pero no cayó ni una sola gota. Teníademasiada frustración y enojo dentro de mí como para sentir cualquier otra
  42. 42. emoción; no obstante, sospechaba de cierta manera que había causado que unsollozo se atorara en mi garganta, y que después de unos minutos, cuando todolo demás se hubiera alejado, me daría cuenta del impacto total de lo que habíahecho y sentiría mi corazón romperse.
  43. 43. Traducido por: Vick_AkashaCapitulo 3Me bajé de la esquina de la cama, mirando al vació. La ira comenzaba adesaparecer, pero casi deseé que pudiera quedarme atrapada en su fiebre porsiempre. El vació que dejó atrás lastimaba más que el agudo dolor que sentícuando Patch se marchó. Traté de dar sentido a lo que había sucedido pero mispensamientos eran un lío. Las palabras que gritamos sonaron en mis oídos, perose hizo un eco atropellador, como si estuviera recordando una pesadilla enlugar de una conversación.¿Realmente habíamos terminado? ¿En realidad quería decir que erapermanente? ¿No hubo manera de burlar al destino o, más inmediatamente, lasamenazas del arcángel? En el camino de una respuesta, mi estómago se retorció,amenazando con enfermar.Me apresuré hacia el baño y me arrodille sobre la taza, mis oídosrepicaban y mi respiración se volvió superficial y entrecortada. ¿Qué habíahecho? Nada permanente, definitivamente nada permanente. Mañana nosveríamos otra vez y todo regresaría a ser como antes. Sólo fue una pelea. Unaestúpida pelea. Esto no era el fin. Mañana nos daríamos cuenta de loinsignificante que había sido y nos disculparíamos. Pondríamos esto atrás. Nosarreglaríamos.Me puse de pie y giré hacia el lavabo. Mojé una toalla, la presioné contrami cara. Mi mente aún se sentía como si girara más rápido que un carrete dehilo al ser desenredado y cerré mis ojos con fuerza para hacer que elmovimiento se detuviera. ¿Pero qué hay de los arcángeles? Me pregunténuevamente. ¿Cómo podía Patch tener una relación normal cuando ellosconstantemente nos miraban? Me congelé. Ellos podrían estar mirándome justoahora. Podrían estar viendo a Patch. Tratando de decir si él había cruzado lalínea. Buscando por cualquier excusa para mandarlo al infierno, y lejos de mí,para siempre.Sentí que mi furia se encendía nuevamente. ¿Por qué no podrían dejarnosen paz? ¿Por qué estaban tan dispuestos a destrozar a Patch? Patch me habíadicho que él era el primer ángel caído que obtenía sus alas de regreso y seconvertía en ángel guardián. ¿Estaban los arcángeles molestos por eso? ¿Sentíanque de alguna manera Patch los había engañado? ¿O que hizo trampa en suascenso desde el fondo? ¿Querían ponerlo en su lugar? ¿O ellos simplemente noconfiaban en él?
  44. 44. Cerré los ojos, sintiendo una lágrima bajar por el lado de mi nariz. Tendrétodo de vuelta, pensé. Quise desesperadamente llamar a Patch pero no supe si lopondría en algún riesgo. ¿Podían los arcángeles escuchar conversacionestelefónicas? ¿Cómo se supone que Patch y yo tengamos una conversaciónhonesta si ellos estaban espiando?Tampoco pude dejar de lado mi orgullo tan rápido. ¿No se daba cuentaque estaba muy equivocado? La verdadera razón por que la que habíamospeleado en primer lugar fue porque él se había rehusado a decirme qué estabahaciendo en la casa de Marcie la noche anterior. Yo no era del tipo celoso, peroel sabía mi historia con Marcie. El sabía que esta era una de esas ocasiones en lasque tenía que saber.Había algo más que me hacía enfermar. Patch dijo que Marcie había sidoatacada en el baño de hombres de Bos Arcade. ¿Qué estaba haciendo Marcie enBos? Hasta donde yo sabía, nadie en Coldwater High iba a Bos. De hecho,antes de conocer a Patch, nunca había escuchado del lugar. ¿Fue unacoincidencia que el día después de que Patch estuvo mirando por la ventana dela habitación de Marcie, ella se apareciera por las puerta frontal de Bos? Patchhabía insistido que no era nada más que negocios entre ellos, ¿pero quésignificaba eso? Y Marcie era muchas cosas, entre ellas seductora y persuasiva.No sólo ella no aceptaba un no por repuesta, ella no aceptaba ninguna repuestaque no fuera lo que ella quería.¿Qué si esta vez ella quería a... Patch?Un fuerte rap en la puerta frontal me sacó de mi ensueño.Me acurruqué sobre los montones de almohadas en mi cama, cerré losojos, y le marqué a mi mamá.—Los Parnells están aquí.—¡Ack! Estoy en el semáforo de Walnut. Estaré ahí en dos minutos.Invítalos a pasar.—A penas recuerdo a Scott, y no recuerdo casi a su madre. Los invitaré apasar, pero no haré una pequeña charla. Me encerraré en mi recámara hasta queregreses.Traté de transmitirle en mi tono que algo iba mal, pero no era como quepudiera confiar en mi mamá. Ella odiaba a Patch. No le simpatizaba. No podíaescuchar la felicidad y el alivio en su voz. No ahora.—Nora.—¡Bien! Hablaré con ellos —cerré mi teléfono y lo lancé a través de lahabitación.
  45. 45. Tomé mi tiempo para caminar hacia la puerta y quitar el seguro. El chicoparado en la alfombrilla era alto y fornido. Podía decirlo por su ajustadaplayera que descaradamente anunciaba PLATINUM GYM, PORTLAND. Unaro de plata corría a través del lóbulo de su oreja derecha y sus Levis colgabanpeligrosamente de sus caderas. Llevaba una gorra con estampado hawaiano decolor rosa, parecía recién salida de un estante de una tienda de segunda mano yla cual tenía que ser una broma, y sus lentes de sol me recordaron a HulkHogan5. A pesar de todo esto, él tenía cierto encanto juvenil.Las comisuras de boca se elevaron.—Tú debes ser Nora.—Tú debes ser Scott.Él entró y se quitó los lentes. Sus ojos escanearon el vestíbulo dirigiéndosehacia la cocina y a la sala.—¿Dónde está tu mamá?—En camino a casa con la cena.—¿Qué cenaremos?No me gustó su uso de la palabra “cenaremos”. No había un plural.Estaba la familia Grey, y la familia Parnell. Dos entidades separadas quecompartirían la misma mesa por una noche.Cuando no respondí, él presionó.—Coldwater es más pequeño de lo que estoy acostumbrado.Crucé los brazos sobre mi pecho.—También es más frío que Portland.Me miró de la cabeza a los pies, después sonrió levemente.—Lo he notado —me esquivó en su caminó a la cocina y tiró de la puertadel refrigerador—. ¿Tienes cerveza?—¿Qué? No.La puerta del frente aún estaba abierta y voces llegaron desde el exterior.Mi mamá entró desde el umbral, cargando dos bolsas de comestibles. Unamujer robusta con un mal corte de cabello estilo pixie y un maquillaje rosacargado, la siguió dentro.—Nora, ella es Lynn Parnell —dijo mi mamá—. Lynn, ella es Nora.5 Hulk Hogan: Actor estadounidense y luchador profesional.
  46. 46. —¡Oh Dios! —Dijo la Sra. Parnell, juntando sus manos— Es igual a ti, ¿nolo crees, Blythe? ¡Y mira esas piernas! Tan largas como Las Vegas Strip.6Hablé.—Sé que es un mal momento, pero no me siento muy bien, así que iré arecostarme.Me deshice de la obscura mirada que mi madre lanzó en mi dirección. Leregresé mi mirada más injusta.—Scott ha crecido mucho, ¿no es así, Nora? —Ella dijo.—Muy observadora.Mi mamá puso las bolsas sobre el mostrador y se giró hacia Scott.—Nora y yo estábamos un poco nostálgicas esta mañana, recordandotodas las cosas que ustedes dos solían hacer. Nora me dijo que solías tratar dehacerla comer cochinillas.Antes de que Scott pudiera defenderse, dije,—Él solía freírlas vivas bajo una lupa y no trató de conseguir que yo lascomiera. Se sentó sobre mí y apretó mi nariz hasta que necesité aire y tuve queabrir la boca. Después las arrojó dentro.Mi mamá y la Sra. Parnell compartieron una mirada rápida.—Scott siempre fue muy persuasivo —dijo la Sra. Parnell rápidamente—.Él puede lograr que las personas hagan cosas que ellos nunca soñarían hacer. Eshábil para eso. Me convenció de comprarle un Ford Mustang 1966, en perfectoestado. Por supuesto, golpeó en un buen momento, yo tenía mucho sentimientode culpa después del divorcio. Bien. Como decía, Scott probablemente hizo lasmejores cochinillas fritas de toda la cuadra.Todos me miraron para una confirmación.No podía creer que estuviéramos discutiendo esto como si fuera un temade conversación perfectamente normal.—Entonces —Scott interrumpió, rascándose el pecho. Sus bíceps seflexionaron cuando lo hizo, cosa que probablemente ya sabía—, ¿qué hay paracenar?—Lasaña, pan de ajo y aspic7 —dijo mi mamá con una sonrisa—. Norahizo el aspic.6 Las Vegas Strip: es una sección de aproximadamente 6,4 km de la calle Las Vegas BoulevardSouth en las localidades de Paradise y Winchester, Nevada, al sur de los límites de la ciudad de LasVegas
  47. 47. Esas eran noticias para mí.—¿Lo hice?—Tú compraste las cajas de gelatina —ella me recordó.— Eso no cuenta realmente.— Nora hizo el aspic —mi mamá le aseguró a Scott—. Pienso que todoestá listo. ¿Por qué no comemos?Una vez sentados, juntamos las manos y mi mamá bendijo la comida.—Cuéntame acerca de los departamentos en el vecindario —dijo la Sra.Parnell, cortando la lasaña y deslizando la primera rebanada en el plato deScott—. ¿Cuánto debo esperar pagar para dos habitaciones, dos baños?—Depende de qué tan remodelado lo quieras —mi madre respondió—casi todo en este lado del pueblo fue construido antes de 1900. Cuando noscasamos, Harrison y yo miramos demasiados departamentos de dos recámaraspoco caros, pero siempre había algo mal; hoyos en las paredes, problemas decucarachas, o no se encontraban a poca distancia del parque. Desde que quedéembarazada, decidimos que necesitábamos un lugar más grande. Esta casaestuvo en el mercado por dieciocho meses y fuimos capaces de conseguir untrato que consideramos demasiado bueno para ser verdad —miró alrededor—.Harrison y yo, planeamos eventualmente hacer una restauración completa,pero... pues... como saben...— inclinó la cabeza.Scott aclaró su garganta.—Siento lo de tu papá, Nora. Aún recuerdo a mi papá llamándome lanoche que sucedió. Estaba trabajando a unas cuantas cuadras en una tienda deabarrotes. Espero que atrapen a quien lo haya matado

No hay comentarios:

Publicar un comentario